Las víctimas más inocentes
Me siento anonadada por las noticias que están apareciendo en la prensa sobre malos tratos a niños. Quizá influida por tener una hija de su edad, no puedo dejar de pensar en Alba, esa niña de cinco años a la que su padrastro maltrató hasta casi matarla. Por daño neurológico, Alba ha quedado ciega, sorda y con medio cuerpo paralizado. Y hace unos días se informó de un caso también espeluznante: un niño de seis años está en coma profundo, en Mallorca, por las agresiones causadas por su madre adoptiva.
Seguramente hay otros niños que sufren esta pesadilla, que son torturados en su propia casa, que conviven con monstruos capaces de matarlos quizá por armar alboroto o por no hacer los deberes... En el caso de Alba se habían cursado dos denuncias, sin que nadie la protegiera. El niño de Mallorca había ingresado en el hospital anteriormente ¡40 veces! a causa de las lesiones producidas. ¿Cómo es posible? No podemos permitir que se den estas situaciones. Parece que nuestros jueces o la policía no están haciendo bien su trabajo, y que los políticos se preocupan de cosas muchísimo menos importantes.
Posiblemente no se pueda evitar que en nuestra sociedad existan monstruos, pero, ¿qué se puede hacer? Desde mi total ignorancia sobre leyes, se me ocurre como obvio que, ante pruebas médicas, el agresor debería ser alejado del niño inmediatamente, si es posible el mismo día. Los hospitales, las escuelas, deberían estar alerta para detectar estos casos a tiempo.
Todos nos escandalizamos, como es lógico, por la violencia cometida contra mujeres, pero pensemos que los niños son más indefensos, y aún con mayor motivo necesitan que hagamos algo para protegerlos.