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Reportaje:

Vecindad en país extraño

Una mediadora de Almería impulsa una asociación para socorrer a mujeres inmigrantes en apuros

Naima Ejbari trabaja como mediadora intercultural en el colegio del barrio de La Chanca, en Almería. Está contratada a media jornada y, en teoría, su función termina a las 12.30 todos los días. Ejbari, nacida en el norte de Marruecos, licenciada en Literatura Árabe por la Universidad de Tetuán y establecida en Almería desde el año 2000, conoce los resortes de ambas culturas a la perfección para desempeñar su función. Sin embargo, no tardó en darse cuenta de que el trabajo "con personas de carne y hueso" no tenía límites horarios y la media jornada se quedaba corta.

Las llamadas de madrugada o en horarios incómodos al móvil se fueron incrementando: ora un ingreso hospitalario, ora un caso de violencia doméstica o la simple petición de recursos de primera necesidad. "Una tarde, una mujer tenía que llamar a la Bola Azul para pedir cita al médico y llamé por ella porque no la atendían. Otras veces lo he hecho para renovaciones de permiso de residencia", explica Ejbari. Hasta que un día llamó a la puerta de casa, en plena noche, una paisana suya que se derrumbó nada más verla. "Vivía en Vícar, en un cortijo, y tiene cinco hijos. Su marido se compró un coche pero no tenía carné de conducir español ni seguro. Un camión lo atropelló y lo mató. La mujer llegó a pasar hambre en aquel cortijo con sus hijos y alguien les mandó a mi casa", rememora Ejbari.

La mediadora intercultural, en un esfuerzo más allá de sus obligaciones, luchó para defender los derechos de su compatriota. "Vino sucia y con harapos. Le pedí que me trajera los papeles de la Seguridad Social de su marido. Ella ni siquiera podría sacar dinero del banco porque todo estaba a nombre de su esposo" relata. Los trámites de Ejbari consiguieron que la mujer obtuviese una paga de viudedad y sus hijos otra por orfandad.

Casos como aquel motivaron a la mediadora para crear la asociación Accoimna, la organización de mujeres de la que es presidenta y que tiene como objetivo la investigación y la cooperación para dar respuesta a las necesidades de las mujeres y los niños y niñas inmigrantes y mejorar su proceso de integración en la sociedad de acogida. El liderazgo de Ejbari en el proyecto no es gratuito ni casual, ya que se considera una firme luchadora de los derechos de las mujeres inmigrantes, especialmente las marroquíes. "En el caso de estas mujeres existe un maltrato que no es el físico, precisamente. Es el de estar todo el día en casa y pendiente de los hijos sin tener una hora para salir o respirar. Queremos, por eso, abrir una cafetería en el barrio de La Chanca para que ellas puedan hablar de sus cosas", explica.

La realidad social de las mujeres inmigrantes en este barrio almeriense se asemeja, según la mediadora, a la realidad descrita por Goytisolo o el fotógrafo Carlos Pérez Siquier en los años sesenta. "Muchas mujeres me piden una lavadora, sobre todo mujeres que trabajan en el tomate o la lechuga y salen a las cinco de la madrugada. Las mujeres están como estaban en este barrio hace 50 años las españolas", apunta.

Acoimna, que está registrada como asociación en la Consejería de Asuntos Sociales de la Junta, pretende también conseguir equipamientos y materiales para los hijos de inmigrantes que pasan horas solos al salir del colegio mientras sus padres están en el tajo. Un taller didáctico equipado para la atención de los niños permitiría a las madres asistir a clases en los Centros de Adultos y crear así un espacio para la formación de inmigrantes. "Queremos que nos den una televisión, pinturas y un programa de actividades para entretenerlos. Mi idea es ayudar a los profesores de los Centros de Adultos. Si ellos quieren atender a las mujeres yo me quedo con los niños en un aula que me dejen", dice Ejbari. Lo que empezó de manera voluntaria y sin pretensión "oficial" es hoy una asociación reconocida también por el Servicio Provincial de Mujeres de la Diputación de Almería.

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El colectivo trabaja con cierta asiduidad con la ONG Banco de Alimentos, a la que suele recurrir para pedir comida para mujeres separadas con cargas familiares o personas sin papeles que sufren crisis porque no pueden trabajar. Acoinma, integrada por unas 40 mujeres tanto españolas como inmigrantes, pretende abordar también cuestiones como la planificación familiar entre sus asociadas. "Hay un caso de una mujer con una niña de un año que está embarazada de seis meses. Otra tiene un bebé de un año y otro de tres y no tiene carrito. Me gustaría hablar de estas cosas con ellas para que se planteen el tema. Quizá sus maridos las dejen y, al final, se van a quedar ellas con toda la carga", reflexiona Ejbari.

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