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Crítica:ÓPERA | 'Simon Boccanegra'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Carlos Álvarez triunfa

El barítono malagueño Carlos Álvarez ha mostrado una especial inclinación hacia las óperas de Verdi. Con Don Carlo alcanzó el hasta ahora triunfo más resonante de su carrera, en la puesta en escena de Wernicke para Salzburgo, con Maazel de director musical. Tocó la gloria entonces, pero por razones o sinrazones difíciles de explicar se fue desvaneciendo una miajita su hechizo, algo así como si hubiese tocado techo. Gérard Mortier se empeñó en que debutase en París con su primer Boccanegra. Lo dudó Álvarez, como también se mostró años antes precavido con la invitación de Muti para su primer Rigoletto en La Scala de Milán. La prudencia de Álvarez es un signo de madurez. Pero al final se lanzó al ruedo parisiense y su composición vocal y artística de Boccanegra ha hecho reverdecer viejos laureles. Puede madurarlo aún algo más, pero de momento es más que satisfactorio, habiendo obtenido un éxito importante en la difícil plaza de la Ópera de París.

Simon Boccanegra

De Verdi. Con Carlos Álvarez, Ana María Martínez, Ferruccio Furlanetto, Stefano Secco y Franck Ferrari. Orquesta y Coro de la Ópera de París. Director musical: Sylvain Cambreling. Director de escena: Johan Simon. Escenografía: Bert Neumann. Teatro de la Bastilla, París, 3 de mayo.

El reparto vocal estuvo en consonancia. La gran sorpresa fue el tenor Stefano Secco -levantó los primeros bravos en plena representación- pero también rayaron a buen nivel las intervenciones de Ana María Martínez, con poco volumen pero precisa y poéticamente administrado; Ferruccio Furlanetto, con gran experiencia en este tipo de cometidos, o Franck Ferrari. Dirigió con nervio y lirismo un inspiradísimo Sylvain Cambreling. El público los ovacionó con calor.

La puesta en escena fue furiosamente abucheada. Se podía esperar mucho más de un tándem formado por el holandés Johan Simon y el escenógrafo Bert Neumann, de la Volksbühne de Berlín. Lo cierto es que plantearon Simon Boccanegra desde la óptica del acceso al poder -lo cual es perfectamente aceptable-, ambientando sus escenas más poderosas en una campaña electoral con carteles gigantescos de los candidatos patricios y plebeyos, Fiesco y Boccanegra, la derecha y la izquierda si se quiere. La idea remite a imágenes emblemáticas de nuestros días, pero su realización no convence, entre otras razones porque los afectos personales se pierden ante la claustrofobia de los escenarios. No hay sentido de la medida en algunas escenas de corte intimista, distantes hasta lo antiteatral. Las pasiones aparecen a cuentagotas. La teoría aplasta a la estética y la atmósfera se vuelve gélida por excesivamente conceptual. Verdi permanece sólo a través de la música. Una lástima con un equipo escénico de tanto talento.

Carlos Álvarez (izquierda) y Franck Ferrari, en <i>Simon Boccanegra.</i>
Carlos Álvarez (izquierda) y Franck Ferrari, en Simon Boccanegra.E. MAHOUDEAU
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