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Putin critica la política energética de la UE, pero garantiza el suministro

El presidente ruso cambia el trazado del oleoducto del Pacífico para proteger el lago Baikal

Pilar Bonet

El presidente de Rusia, Vladímir Putin, criticó ayer la "competencia desleal" de la UE en materia energética, pero en un encuentro con la canciller alemana, Angela Merkel, en la ciudad siberiana de Tomsk, garantizó el suministro de gas a Europa. Putin también hizo un guiño a los ecologistas al ordenar el desvío del trazado del oleoducto de Siberia oriental al Pacífico para alejarlo hasta 40 kilómetros del lago Baikal, la mayor reserva mundial de agua dulce. El oleoducto, que debe empezar a construirse este mes, llevará el petróleo ruso a China y Japón, entre otros países.

Mientras esperaba a Merkel en Tomsk, Putin anunció el cambio del trazado previsto, que se había convertido en un motivo de polémica tanto por motivos medioambientales como políticos y económicos.

Hasta ayer, el oleoducto debía pasar por una zona sísmica a 700 metros del Baikal, una de las mayores reservas de agua dulce del planeta y con una zona de fauna y flora únicas que ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad. Esto había puesto en pie de guerra a los ecologistas rusos, que organizaron manifestaciones en varias ciudades rusas y amenazaba con convertirse en un asunto en la cumbre del G-8, en julio.

El oleoducto ha servido también para irritar a la UE. Los responsables energéticos rusos, impacientes por afirmar su superioridad, lo han utilizado para amenazar a clientes europeos con precios altos en el mercado occidental en cuanto haya posibilidad de elegir entre abastecer a China o a Europa.

La energía fue uno de los asuntos centrales en la primera jornada de conversaciones entre Putin y Merkel, que han acudido a Tomsk acompañados cada uno de ellos por una decena de sus ministros. Putin aseguró a la canciller que las compañías energéticas rusas cumplirán sus obligaciones de suministro con Alemania y la UE.

Antes de entrevistarse con la canciller, Putin había acusado a los europeos de "competencia desleal" por "limitar" los proyectos de desarrollo de los grupos energéticos rusos en Europa, y especialmente de Gazprom, el gigante del gas, donde el Estado tiene una participación mayoritaria. Siguiendo los pasos del presidente de Gazprom, Alexéi Miller, y otros altos funcionarios, Putin insistió en que su país debe mirar hacia Asia. "Por desgracia, nos encontramos a menudo con métodos de competencia desleal en el mercado mundial", dijo el presidente. "Pese a la fuerte demanda de recursos energéticos, intentan frenarnos con el mínimo pretexto, ya sea en el norte, o en el sur o en el oeste", continuó. "Debemos buscar salidas, insertarnos en el proceso de desarrollo mundial. Quiero decir que los países de Asia y el Pacífico se desarrollan a un extraordinario ritmo y tienen necesidad de cooperar con nosotros", sentenció.

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Hasta que Putin ejecutó ayer su teatral gesto, estaba decidido que el oleoducto al Pacífico, que cuesta 6.500 millones de dólares, debía pasar por la zona sísmica cercana al Baikal. Con objeto de construir aquel trazado, la maquinaria del Estado había hecho oídos sordos a los argumentos de los ecologistas y los gobernadores siberianos, e incluso había vencido la resistencia de los expertos con métodos irregulares. Para obtener un dictamen favorable, se había alterado la composición de la comisión de expertos, que falló inicialmente en contra, y para dejar libres las manos de los petroleros el Parlamento había modificado una ley recién aprobada por la Cámara. Esta semana, Semen Vainshtok, el presidente de Transneft, el monopolio de los oleoductos rusos, insistía en que la ruta era segura. Su afirmación fue puesta a prueba ayer por el presidente Putin, después de oír cómo Vainshtok repetía sus argumentos ante representantes de la Academia de Ciencias y gobernadores siberianos. Con absoluta flema, ejecutivos y políticos que habían contribuido a hacer realidad una legislación amenazadora para el Baikal celebraron ayer la decisión del presidente.

Putin y Merkel debían hablar de Irán y de la cumbre del G-8, en San Petersburgo, pero los temas internacionales iban a ser tratados durante la cena en un restaurante.

Otro de los temas de la cumbre es la construcción del gasoducto que llevará el gas ruso a Alemania por el fondo del Báltico. La primera jornada de negociaciones fue "muy franca e intensa", según Putin. El presidente se refirió a la química personal con Merkel, pero ella, tras visitar al rector de la universidad, físico de profesión, se mostró menos entusiasta. "Son algo más complicadas que las moléculas complejas", dijo.

Angela Merkel y Vladímir Putin charlan durante la cumbre de ayer en Tomsk (Siberia).
Angela Merkel y Vladímir Putin charlan durante la cumbre de ayer en Tomsk (Siberia).EFE

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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