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¿Qué fue de la inflación inducida?

Juan Ignacio Crespo

Desde el pasado enero, los fondos de inversión de renta fija están viviendo uno de sus peores momentos de los últimos tiempos: de las 48 categorías en que se clasifican los que se distribuyen en España, 40 acumulan pérdidas más o menos abultadas en lo que va de año.

La peor parte se la llevan los que invierten en renta fija a largo plazo japonesa (pérdidas de 5,7%), pues en su caso se ha dado la más desafortunada de las combinaciones para un partícipe de fondos: la caída de los precios de la deuda pública japonesa y una fuerte depreciación del yen. Entre los menos perjudicados, en cambio, están los de renta fija a corto plazo en euros, que sólo pierden el 0,25%.

Por el momento se podría decir que a los fondos de renta fija han terminado por afectarles, a destiempo, los malos auspicios que se les habían augurado para cada uno de los tres años anteriores (y que no habían llegado a materializarse en ninguna de las tres ocasiones) basados en que con el crecimiento económico posterior a la crisis de 2001 vendría la subida de tipos de interés por parte de los bancos centrales y con ella la caída del precio de los bonos emitidos a medio y largo plazo. Sin embargo, cuando esa subida de tipos se empezó a producir hace ya casi dos años en EE UU, la reacción del precio de los bonos fue la contraria a la esperada. De ahí que los fondos de renta fija hayan podido disfrutar de rentabilidades saneadas estos tres años atrás.

Una de las razones para que esto fuera así fue, sin duda, el control de la inflación tanto en EE UU como en la Eurozona (a pesar de que el precio del petróleo se haya multiplicado por cuatro desde finales de 2001). También contribuía el que las expectativas de crecimiento económico fueran hasta hace poco más bien magras.

Pero parece que esta situación se ha terminado. Por una parte, el optimismo económico ha renacido. Por otra, es cada vez más difícil que pueda seguir conteniéndose la inflación en un entorno en el que los precios del petróleo siguen subiendo y en el que buena parte de los efectos de la deslocalización de las empresas puede que ya se haya producido (una vez que la mayoría de las industrias esté deslocalizada es difícil adivinar por dónde se producirán otra vez recortes tan drásticos en los costes laborales).

En cualquier caso, no parece existir una buena explicación para un control tan drástico de la inflación inducida (lo que llaman ahora los anglosajones second round effects); de cómo las empresas han sido capaces de no trasladar al precio de sus productos el impacto negativo que sobre su cuenta de resultados tiene el incremento de los costes de la energía. Y más con una simultánea y llamativa mejora de sus beneficios.

En cualquier caso, tanto la evolución negativa de los bonos como la subida del precio de la onza de oro parecen estar indicando, ahora a la vez, un aumento futuro de la inflación. Lo más probable, por tanto, es que los fondos de renta fija tengan aún malos momentos por delante. Aunque en el último trimestre del año puedan experimentar una cierta mejoría.

Juan Ignacio Crespo es director general de Finanduero.

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