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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Se gesta un gigante

La integración largamente negociada de dos grandes fabricantes de equipos de telecomunicaciones, Alcatel, de origen francés, y Lucent Technologies, de EE UU, parece cercana a la conclusión. Tras un sonado fracaso hace cinco años, la compañía resultante será el mayor suministrador del mundo, con ventas del orden de 21.000 millones de dólares y un valor no inferior a 30.000 millones de euros. Un gigante en toda regla. Para que la integración depare el valor prometido deberán ahorrarse costes, en gran medida mediante reducción de una plantilla que sumará más de 90.000 empleados tras la fusión de ambas compañías.

La lógica de la operación está en gran medida determinada por un sector desde hace tiempo abocado a la reducción de costes mediante la consolidación, consecuencia de la concertación creciente que han experimentado los operadores de telecomunicaciones. Éstos disponen hoy de mucho mayor poder de negociación con los suministradores de equipos. La extensión de Internet no ha facilitado precisamente las cosas. No será ésta la última operación de concentración en el sector.

Más allá de las consideraciones financieras, vuelven a ser las estrictamente asociadas a la competencia y a la nacionalidad de las integrantes las que provocan mayor atención. Lucent, hoy en peor posición que Alcatel (los accionistas de ésta poseerán el 60% de la resultante de la fusión), cede en el establecimiento de la sede en París, aunque el consejo lo aportarán al 50% ambas compañías y el primer ejecutivo será la actual presidenta ejecutiva de la firma estadounidense. El hecho de que Lucent tenga en EE UU las dos terceras partes de su facturación, y una parte importante vinculada al sector público estratégicamente sensible (Pentágono y agencias de seguridad), rodea al anuncio de un interés adicional. Sea cual fuere el desenlace, resulta evidente que tiene poco sentido aproximarse políticamente al mundo empresarial de nuestros días con el bagaje conceptual del siglo pasado. Las empresas ya no son necesariamente del país que las vio nacer.

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