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"La cosa venía de atrás"

Ha trascendido en repetidas ocasiones que la custodia de un hijo ha actuado como una gota de gasolina en el expeditivo ataque de la familia de los llamados Manigua sobre la familia de los Kunfú. Esto, en la mayoría de las versiones, se relaciona con una pelea entre un hombre y una mujer -cada uno de un linaje- por quedarse con ese hijo de ambos. Sin embargo, personas del ambiente y el entorno de los implicados ofrecen apreciaciones distintas. Estas apreciaciones indicarían, según una primera versión, que se dio una agresión sobre una chica. "Un intento de violación", de un hombre hacia una joven de la otra familia, y que eso sirvió de fuego emocional para el asalto que causó las muertes. Otra versión dice que, si bien un hombre de una de las familias sí estaría emparejado con una mujer de la segunda, ese hombre "llegó a escaparse con otra muchacha".

Según una fuente, "familiares de la mujer fueron a hablar con los del hombre, para que un hijo que tenían se quedara con la familia materna". En el contexto de esta versión, los abuelos paternos no quisieron ceder al nieto. "La cosa entre las dos familias venía de atrás y acabó por el aire", apunta la misma fuente. "Que nadie se imagine que todo esto ya está bien así, sólo puede pensar eso alguien que no quiera verlo como es", indica.

La situación que se presenta ahora, después del funeral, es extremadamente complicada. Por las características de esta masacre, y según la particular interpretación de códigos perdidos que practican los grupos de exclusión social, dos linajes pueden llegar a perseguirse sin prisa ni pausa -en la calle o en prisión- hasta arrasarse los unos a los otros. Y eso, pese a que estén emparentados, algo que no es extraño en estos círculos, ni tampoco en la consecución de las ruinas, que es como en la etnia gitana se refieren los episodios de sangre.

En la antigüedad, cuando el pueblo caló estaba proscrito por el sistema y las costumbres de los mayores eran las únicas válidas para resolver conflictos entre las familias, las deudas se cobraban sobre aquel o aquellos que habían perpetrado la ofensa. Hoy, restos atávicos de esto están complicados por la marginalidad y la violencia, de tal modo que, como ha sucedido otras veces, y aunque ya haya personas en prisión y los Manigua se hayan ido del pueblo, la familia ofendida, en su extensión, ha hablado de venganza sobre la familia contraria, entendida también ésta en término amplio. El control actual de la situación, por tanto, será ineficaz si no se entiende a largo plazo el riesgo de que se puedan cumplir unas amenazas en las que se mezclan unas rivalidades y ofensas que parecen abocadas a resolverse al margen de cualquier código de justicia verdadero.

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