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Tribuna:LA POLÍTICA CULTURAL
Tribuna
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Los caprichos artísticos del PP

El PP en general, y de modo muy especial el PP valenciano, ha intentado con gran esfuerzo demostrar que ser de derechas y "moderno" es algo perfectamente compatible. Por ese motivo, la gente del PP se ha puesto en manos de sastres y peluqueros, y también en las de "expertos" en la cosa cultural. También por ese motivo, y porque parece que se cobra más que en otros sitios sin necesidad de justificar razones, han aparecido mercenarios culturales de todo tipo y condición, que aseguran, entre otras cosas, que "la cultura no tiene ideología" y que "el debate izquierda-derecha" está superado. Es decir, "profesionales" dispuestos a ofrecer sus agendas llenas de maravillosos contactos internacionales. El resultado ha sido lo que ya se sabe: un monumental esperpento y una ruina económica. No se pueden calificar de otra manera las Bienales de Valencia, la situación actual del IVAM, y los eventos teatrales músico-vocales organizados en Sagunto. Y sólo por citar algunos pocos ejemplos. Así, la cultura en Valencia parece estar dirigida por los elementos de aquella estrafalaria "familia Ulises" del TBO, dominada por el "quiero y no puedo", que se sentía fascinada, e intentaba emular, la modernidad de los nuevos ricos de la época que conducían un "haiga", besaban ostentosamente la mano de las señoras, y comían galletas con cuchillo y tenedor. Eso explica que el PP, en una confusión total de la cultura con la moda, sean admiradores incondicionales de Julio Iglesias, mientras por detrás ello también sirve para negocios turbios como el IVEX y los paraísos fiscales.

Nada se ha salvado a esta confusión esperpéntica que ha llenado bien los bolsillos de los más espabilados y ha servido para adormecer culturalmente a la sociedad valenciana.

Lamentablemente, el IVAM, faro de la auténtica modernidad en otra época, malvive hoy, más devaluado que floreciente, del esplendor de lo que fue en otro tiempo. Ya no es un potencial museístico, ni un referente internacional artístico, ni siquiera lleva adelante la recuperación social del barrio de El Carmen, sino que los vecinos que allí quedan sufren en sus propias carnes la degradación de un barrio, esperando que una nueva locura, capricho o negocio urbanístico se trame a sus espaldas. Y si fuera poco, llegó el "huracán" devastador en forma de directora del IVAM.

Veamos algunos ejemplos. Hace muy pocos días, la prensa ha publicado la "compra-donación" de obra de Gerardo Rueda por 2,3 millones de euros. Y hace escasos meses, también en el IVAM, se produjo una "compra-donación" semejante con obra de Miquel Navarro, artista al que el museo adquirió dos obras, en 2004: Solar II (555. 000 euros) y Fluido de la urbe (647.024 euros). Ambas operaciones parecen resultar algo normal dentro de las actividades del museo. Sin embargo, nadie sabe quién asesora las compras, quién forma el comité que adquiere las mismas, quién las propone, y tampoco quién certifica que los precios de mercado son los correctos. En la información, predomina la confusión, en lugar del correcto y necesario procedimiento administrativo. Así, por poner otro ejemplo, en la lista de obras adquiridas en 2003, siendo director del IVAM Cosme María Barañano, aparecen entre otras muchas cinco piezas menores de Picasso, todas ellas procedentes de la Galerie Jan Krugier (entidad que proporcionó los fondos al catedrático vasco, hoy en Altea, para la exposición de cerámicas de Picasso que organizó en Bancaja), y dieciséis (tres de Manolo Valdés y trece de John Davies, artista al que en el 2004 se volvió a comprar otra obra) adquiridas en la Galerie Marlborough. Se ha de señalar que la mayoría de obras incorporadas en ese año al museo no guardaban relación alguna con la articulación estudiada y aprobada de la colección del mismo. Como también quedaba fuera de tal esquema artístico una obra de Matisse, por la que se abonaron a la Galerie Beyeler 681.322,67 euros. Y volvemos a preguntar: ¿quién propone las compras? ¿quién forma el comité de adquisiciones? ¿quién o quiénes son los asesores? ¿quién certifica que los precios son los correctos?

En la misma línea, se sitúa la revista Cuadernos del IVAM, en la que Consuelo Ciscar, "dueña" omnipresente de la institución, figura en los créditos como editora de la publicación, aparte de escribir extensos artículos. Nada que objetar, salvo que por cuatro números al año de la revista (que se distribuye gratuitamente con Descubrir el arte), el IVAM abona 537.000 euros, y que todo queda en casa: entre tres, se lo guisan y se lo comen. Si nos fijamos, veremos que los comisarios de las exposiciones, los organizadores y miembros de los comités, y los articulistas de la revista del IVAM acaban siendo como la pescadilla que se muerde la cola. No deja de ser curioso que en la edición de Cuadernos del IVAM participe Arlanza Ediciones, empresa que se ocupa de la revista Descubrir el arte. Y no deja de ser menos curioso que, en el Congreso Internacional dedicado a Cristóbal Gabarrón, el periodista Rafael Sierra, subdirector de Descubrir el arte (y comisario de algunas exposiciones de la Bienal de Valencia y del IVAM), figure en el Comité Organizador, y Cosme María Barañano y Consuelo Ciscar, en el Comité Científico.

Este movimiento económico del IVAM, o más bien alegre derroche de fondos (con el importe de la compra de obras de Gerardo Rueda, se podría haber liquidado gran parte de las deudas generadas por las Bienales), sigue en la línea de la nefasta gestión de cuando doña Consuelo era subsecretaria autonómica de Cultura. Es fácil comprender que el Consorcio, en la actualidad, sea más un organismo gestor de la bancarrota que una entidad promotora de la cultura. Pero, ¿qué final le espera al IVAM?

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Hoy no sabemos para qué sirvió el concurso internacional de la famosa "piel" del IVAM y su ampliación ni en qué quedará; tampoco sabemos cuánto han cobrado y siguen cobrando los ingenieros de dicha ampliación, aunque esta no se haga; no sabemos qué es exactamente la Fundación Astroc ni qué intereses "artísticos" o "urbanísticos" tiene en todo esto; ni qué extraña relación tiene con el IVAM y con la compra de edificios suculentos en Baleares o Madrid; no sabemos si los patrocinadores del IVAM se reúnen con la directora del ente o con el conseller de Urbanismo, o si tanto monta, monta tanto.

Lo que sí sabemos es que la mediocridad artística y cultural se ha impregnado en una gestión política que no reluce pese al derroche de gastos superfluos y más que discutibles. No obstante, la situación es grave, pues no se puede tolerar que una institución cultural funcione a base de caprichos y de amigos con "haiga" que comen galletas con cuchillo y tenedor o bien que los negocios y corruptelas se firmen debajo de la mesa, entre las entretelas del llamado "esplendor" cultural, pues todo eso, Señor Camps, lo pagan los contribuyentes valencianos.

Ana Noguera es diputada autonómica del PSPV-PSOE.

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