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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Hamás en Moscú

La visita de una delegación de Hamás a Moscú sirve a un propósito de gran interés para ambas partes. De un lado, la Rusia de Vladímir Putin se asoma al conflicto de Oriente Próximo con visible grado de independencia, en nada tributario de los intereses de Estados Unidos ni de la inquietud de Israel; y de otro, el movimiento terrorista palestino trata de mostrar que no está aislado internacionalmente, puesto que una gran potencia acepta hablar con sus representantes. Pero aun así hay límites. La delegación que preside el jefe del Politburó de Hamás, Jaled Mechal, habría querido que lo recibiera Putin, pero sólo verá al ministro de Exteriores, Sergei Lavrov.

Más allá de estos efectos diplomáticos, no cabe esperar grandes resultados de las reuniones, aunque la UE, que aprobó la semana pasada 121 millones de euros de ayuda a la Autoridad Palestina, y hasta cierto punto Estados Unidos, admiten su utilidad, en la medida en que Rusia les ahorra la exploración directa de las posiciones de Hamás. Israel, en cambio, sólo habla de mantener un frente internacional contra el movimiento, lo que equivale a una total parálisis política.

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Rusia, que al igual que EE UU, la UE y la ONU, se ha juramentado en rechazar a Hamás como interlocutor mientras no renuncie a la violencia y reconozca a Israel, sostiene que sólo quiere llevar a los palestinos en esa dirección, y que como no tiene catalogada a la organización palestina como terrorista -a diferencia de los restantes miembros del cuarteto-, no viola ningún principio al entablar esos contactos.

Mechal ya ha afirmado que la organización islamista está dispuesta a evolucionar y que, de momento, seguirá manteniendo la tregua adoptada unilateralmente en marzo de 2005 si Israel la observa también. Hamás, que tras su victoria electoral trabaja en la formación de un Gobierno de unidad nacional, ha dicho genéricamente que decretaría una tregua de larga duración si Israel estuviera dispuesto a retirarse de los territorios ocupados. Todo ello es claramente insuficiente, pero se halla lejos de la abominación a sangre y fuego de otras épocas. Y lo que hoy puede ser sólo un hilo que conduzca a un proceso de paz, no debería jamás ser desatendido. Por Rusia, por la UE, por Estados Unidos y por Israel.

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