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Reportaje:

Veneno contra el tenis

Inicio del juicio a Christophe Fauviau, que drogaba a los rivales de sus hijos

El miércoles se inició el juicio contra Christophe Fauviau, un ex instructor militar de 46 años que entre 2000 y 2003 intentó apoyar la carrera tenística de sus hijos Maxime y Valentine, de 20 y 15 años respectivamente, drogando y llegando a envenenar a algunos de sus rivales en los torneos regionales que disputaban. Fauviau introducía Temesta en sus bebidas y lograba de esta forma que sus hijos acabaran ganando cómodamente sus partidos. Sus rivales comenzaban a notarse agotados a medida que avanzaba el partido y acababan abandonando o desquiciados.

La desgracia de Fauviau se gestó el 3 de julio de 2003, cuando Alexander Lagardère se cruzó en el camino de su hijo en el torneo de Tartas. Fauviau introdujo, presuntamente, una buena ración de Tamesta en la bebida de Lagardère, que ni siquiera pudo acabar su partido contra Maxime. Se desplazó luego a casa de un amigo en Dax, donde se quedó dormido. Y a las 23.45, de vuelta a casa, perdió el control de su coche y chocó contra un árbol a mitad de una recta. Lagardère falleció. Tenía 25 años. Ahora, Fauviau afronta una posible condena de 20 años de cárcel por homicidio involuntario. El veredicto se conocerá el próximo día 10, tras la conclusión de todas las diligencias que se iniciaron ayer.

El asunto se desveló cuando el abogado Ranaud Lahitète estudió los detalles del accidente y del partido y cuando la autopsia acreditó que Lagardère había ingerido una fuerte dosis de Temesta. Alertado unos días antes por un amigo de su hijo, también tenista, que había descubierto a Fauviau manipulando su botella de agua en el vestuario, Lahitète inició una investigación. Al fallecer Lagardère, las denuncias comenzaron a llover.Entonces se descubrió que Fauviau había drogado a más de 30 rivales de sus hijos entre 2000 y 2003. "Nos habían alertado del asunto e interpusimos una demanda judicial, pero sin ninguna convicción", explicó Jacques Dupré, presidente de la Liga regional, que puso la denuncia un día antes del fallecimiento de Lagardère.

Maxime era un jugador mediocre que no podía aspirar más que a ganar torneos regionales, y Valentine era una niña de 12 años, considerada una de las promesas más importantes del tenis francés y que, por tanto, no necesitaba la ayuda extradeportiva de su padre. "Christophe se sentía un hombre incomprendido. Daba la sensación de que era una lucha de sus hijos contra todo el mundo. Se le veía sufrir", comentó ayer a L'Equipe, Patrick Mouratoglou, técnico y propietario de una de las academias más prestigiosas de Francia en la que estuvo Valentine.

Fauviau nunca quiso perder el control sobre su hija y por ello no aceptó que se incorporara al grupo de élite de la Federación Francesa en Roland Garros. Acabó enfrentado a las autoridades federativas en 2002 y al final optó por llevarla a la academia de Mouratoglou en Mantreuil, cuyo último producto es el chipriota Marcos Baghdatis, finalista en el Open de Australia de este año. "Era un padre excesivamente ansioso por su hija, como muchos otros", comenta Mouratoglou.

Ahí quedan también los ejemplos de otros padres obsesivos como el de Mary Pierce o el de Jelena Dokic.

Fauviau fue detenido el 2 de agosto de 2003 en la estación de Dax, bajo la mirada incrédula de su hija de 13 años. Valentine fue la número uno de Francia de su edad a los 13. Ahora, aquejada por una mononucleosis, no levanta cabeza. "Sobrevivo tras esta bofetada", afirma. "Quiero demostrar que puedo llegar arriba y tomo a Justine Henin -que perdió su madre a los 13 años- como modelo".

Fauviau, custodiado por la policía, en el juzgado de Mont-de-Marsan.
Fauviau, custodiado por la policía, en el juzgado de Mont-de-Marsan.

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