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DIFERENCIAS ECONÓMICAS EN LA REGIÓN

Calidad de vida en un pueblo donde se vive en la calle

Los vecinos de Brea del Tajo creen que estar en el extremo sureste frena su desarrollo

Brea del Tajo (495 habitantes), el jueves pasado, era un pueblo sin niños. Todos se habían ido en autocar a la capital, a 70 kilómetros, a disfrutar de un espectáculo de circo gratuito. El pueblo, sin el jolgorio de los pequeños, tenía un aspecto fantasmal. Y es que en Brea los vecinos, como son tan pocos, hacen muchas actividades juntos. Si se invita al circo, van todos los niños. Si el Ayuntamiento convoca a tomar roscón el día de Reyes, acude todo el pueblo.

La vida se hace en la calle, en Brea hay pocos chavales que tengan vídeo consola. En las casas, ahora con los fríos, se cocinan platos típicos como el cocido de judías, el hornazo o las gachas. Las campanas de la iglesia son tocadas de manera manual. "Ha habido un intento para automatizar el repique las campanas, pero no nos termina de convencer", explica Miguel González, alguacil del Ayuntamiento.

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Pero la calma que se vive en este municipio, en el límite con Castilla-La Mancha, tiene un precio: apenas hay trabajo. La gente joven ha tenido que buscarse la vida en los polígonos industriales de Villarejo de Salvanés o de Arganda del Rey. En los últimos diez años, Brea del Tajo siempre ha sido uno de los farolillos rojos de la región si se tiene en cuenta los ingresos de sus habitantes. El último estudio del Instituto de Estadística de la Comunidad de Madrid sitúa a esta localidad del sureste como la tercera más pobre de la región, por delante de Prádena del Rincón y de Madarcos, con 6.824 euros anuales por habitante.

"Hay ideas puestas en marcha para revitalizar el pueblo, como el nuevo plan general que pretende triplicar el número de habitantes; el auge del turismo rural o nuevos proyectos que traerán trabajo", explica Rafael Barcala, alcalde de Brea, del PP.

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"La próxima instalación de un centro de menores en régimen cerrado en el municipio aumentará las expectativas laborales de los vecinos", añade Desireé López, agente de Empleo y Desarrollo Local de la localidad.

"Aquí tenemos de todo: cinco bares, una tienda tradicional, panadería, una peluquería... Lo único que echamos en falta son tiendas de ropa, pero bueno, para eso está el mercadillo de los sábados", cuenta una vecina.

El 30% de los breanos tiene más de 65 años. Hay además muy pocos inmigrantes, debido a la falta de industria. Y eso también ha repercutido en negativo en Brea: mientras otros municipios del sureste han crecido gracias a la inmigración, Brea del Tajo se ha estancado. "La ubicación del pueblo es lo que más nos perjudica, estamos muy alejados de la capital. Y eso hace que las empresas no vengan aquí. En el nuevo plan general tenemos prevista una zona para la industria", explica el alcalde de Brea. "Yo creo que la zona va a cambiar mucho en poco tiempo", agrega.

Antonella Ioras, rumana de 29 años, es de los pocos inmigrantes que viven en Brea y está "encantada". "Trabajo con mi marido en una finca, limpiando la casa. Aquí tengo de todo. En este pueblo la gente es muy sociable y tienen una educación muy liberal", cuenta esta mujer a las puertas de una farmacia a la que acude, sobre todo, gente mayor. "Aquí hacemos casi servicio de atención primaria, nos conocemos todos", afirma Teresa Viñaras, la farmacéutica de Brea.

El pueblo tiene un polideportivo, una piscina, una plaza de toros con 1.200 localidades y un presupuesto que en 2005 ascendió a 605.329 euros. Hay televisión y radio local. Brea del Tajo pertenece a la Mancomunidad Intermunicipal del Sureste, junto a otros 12 municipios. Eso significa que comparten servicios como la recogida de basura e ilusiones como la de sacar definitivamente al sureste hacia delante.

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