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Crónica:FÚTBOL | 15ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Ronaldinho marca la diferencia

El nuevo Balón de oro decide la contienda frente a un rugoso Sevilla que se adelantó en el marcador

Ramon Besa

La mejor defensa de la Liga no pudo con el mejor delantero del mundo. Así ha sido siempre en el fútbol y de ahí que en un deporte de equipo se premie más a los delanteros que a los zagueros. Ronaldinho abatió al Sevilla con un gol solemne, tan largo y delicado como su fútbol de seda, imposible para cualquier guardameta, incluso seguramente para Platko, aquel oso rubio de sangre al que cantó Rafael Alberti en sus tiempos de portero y que ejerció después de entrenador del Barça (1955-1956) hasta el punto de contar 11 triunfos consecutivos, una cifra récord que ayer justamente igualó el equipo de Ronaldinho. No hay antídoto que valga ante la sonrisa del brasileño. Una jugada suya marcó la diferencia en un partido muy serio e igualado, bien defendido y atacado por el Sevilla, y aguantado por el Barça, afortunado al final pese a que no se había vencido ni con un gol en contra.

BARCELONA 2 - SEVILLA 1

Barcelona: Víctor Valdés; Belletti, Puyol, Oleguer, Sylvinho; Gabri (Van Bronckhorst, m. 68), Edmilson, Iniesta; Messi ( Larsson, m. 62), Eto'o y Ronaldinho.

Sevilla: Palop; Martí, Aitor Ocio, Dragutinovic, David; Jesús Navas (Diego Capel, m. 83), Jordi, Maresca, Adriano (Kepa, m. 85); Saviola (Luis Fabiano, m. 64) y Kanouté.

Goles: 0-1. M. 63. Kanouté remacha sobre la línea de gol el rechace del palo tras un remate de Saviola a centro de Adriano. 1-1. M. 65. Eto'o toca con el pie y cabecea en la boca de gol a la salida de un córner lanzado por Ronaldinho. 2-1. M. 77. Ronaldinho coloca raso y por bajo tras un pase en vertical de Edmilson que toca Larsson de primera para el delantero brasileño.

Árbitro: Rodríguez Santiago. Amonestó a Messi, Eto'o, Navas, Adriano, Iniesta y Belletti.

Camp Nou. 61.840 espectadores. En los instantes previos al partido, Ronaldinho, desde el terreno de juego, ofreció al público el Balón de Oro con el que ha sido distinguido como mejor jugador de la pasada temporada.

No hay antídoto contra la sonrisa del brasileño, que derribó a un rival bueno en defensa y en ataque
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El Barcelona se encontró con un partido muy duro de pelar en el mismo Camp Nou. Le faltaban demasiados jugadores de equipo (Deco, Xavi, Márquez); hacía un frío galcial; el Madrid había ganado con la gorra en Málaga; el Sevilla no sólo daba la tabarra en su campo, sino que se desplegaba con saña en el rival, y el trío arbitral, con el mediático Rafa Guerrero en el punto de mira, no daba ninguna confianza. Una noche de engorro para el equipo al que el triunfo se le da por supuesto, sin reparar en lo propio y lo ajeno. Volvió a ganar anoche con un golazo de Ronaldinho y otro de Eto'o. Nada nuevo. La noticia estuvo en que pasó muy mal rato, tanto que al final se convino que tuvo la suerte del campeón.

Abusó el Barça de la conducción del balón a veces y de los pelotazos en otras, y echó en falta a un tercer futbolista para crear superioridad numérica frente a un contrario que se juntó bien y cerró mejor. Muy bien trabajado tácticamente, el Sevilla practicó una defensa de ayudas estupenda que apenas concedió ocasiones. Funcionó ejemplarmente como colectivo e individualmente por la solidaridad de sus futbolistas y la facilidad para las coberturas. Los medios y zagueros bascularon para enfrentar al rival en jugadas de dos y tres contra uno y la línea de presión estranguló las zonas de creación azulgrana. Tocaba y tocaba el Barça para no llegar a ninguna parte. Le faltaba velocidad de ejecución y malicia.

Unos y otros eran conscientes de que una pérdida de pelota podía significar un pase de gol. Sólo Ronaldinho asumía ciertos riesgos en la línea de tres cuartos. Inutilizado el juego por las bandas, porque los volantes y los extremos recibían al pie, resultaba imposible generar espacios para tirar la línea de pase. Iniesta jugaba en inferioridad en la línea de medios porque no tenía con quién asociarse. Gabri y Edmilson son volantes de campo propio y no ajeno, y al Barcelona le faltaban jugadores de entrelíneas para complicarle la vida al Sevilla.

El partido discurría consecuentemente en condiciones de extrema igualdad y máxima intensidad. La posesión de la pelota no le servía al Barcelona para desquilibrar al rival en los sectores importantes de la cancha y el Sevilla tampoco encontraba una salida franca a su contragolpe por el buen juego de posición azulgrana. Negados ambos, las oportunidades de gol fueron muy escasas. Tiraban mucho los barcelonistas de las jugadas a balón parado y los sevillistas de las contras de Adriano, quien siempre buscó a los dos puntas, especialmente a Kanouté, que defendió como el mejor de los centrales y atacó mejor que Saviola, empequeñecido en un equipo con gran poderío.

No había manera de arrancarle una sonrisa al Sevilla y, desactivado, no encontraba la forma el Barcelona de profundizar y llegar hasta Palop. El partido quedó a expensas de la fatiga y de la rueda de los cambios.

Rijkaard incidió todavía más en el tono físico del choque cuando dio entrada a Larsson por el liviano Messi, una decisión que desabrochó el partido. Adriano sentó acto seguido a Belletti con un quiebro sensacional y facilitó el remate de Kanouté, y Eto'o sancionó poco después un error de Navas en la defensa de un saque de esquina. Restablecida la igualdad y aceptado que el Sevilla era muy capaz de anular al Barcelona, el partido quedó a merced de las individualidades. No hay ninguna mejor en el mundo que Ronaldinho, distinguido con el Balón de Oro, trofeo que ayer ofreció precisamente a la afición antes del encuentro.

El brasileño necesitaba un gol decisivo para que su gesta con la hinchada tuviera grandeza y no resultara populista.

Y Ronaldinho no paró hasta que marcó el tanto de la victoria. El delantero se apoyó en Edmilson y Larsson para alcanzar el área después de eliminar a dos zagueros y remató suave y raso con el interior del pie derecho a la izquierda de Palop. Una jugada limpia, elegante, singular en un partido laborioso y denso como el que habían librado dos equipos que siempre se miraron a la cara. La diferencia la marcó Ronaldinho con la misma clase que lo hacía Kubala en tiempos de Platko.

Ronaldinho recibe el Balón de Oro de manos de su madre.
Ronaldinho recibe el Balón de Oro de manos de su madre.JORDI ROVIRALTA

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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