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EL DEFENSOR DEL LECTOR
Columna
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La América cercana

Jimena Oyarvide envió el lunes pasado desde México, después de leer EL PAÍS.es, este mensaje: "Acabo de entrar en la sección del clima en el mundo y, al abrirse la ventana, veo que en América tienen sólo dos divisiones: norte y sur. ¿Qué pasa con el centro? Es una falta de respeto y un error en cuanto a la educación geográfica se refiere. Para continuar doy un clic en América del Norte, porque soy mexicana y quería ver el tiempo en mi país, y me encuentro que no aparece México. Entonces me voy a América del Sur y ahí aparece. Ya ni siquiera me pusieron en Centroamérica".

La lectora agrega: "Les parecerá una tontería, pero para mí no lo es porque teniendo tanto contacto entre México y España, que no se tome la molestia y el interés un periódico tan importante como el suyo, que leo a diario al igual que mi papá y mucha gente más que es mexicana, lo encuentro ofensivo".

Remitida la queja a una persona responsable de la edición digital, ésta reconoce que la distribución que se ha hecho del continente americano carece de sentido y asegura que se corregirá en el plazo más breve posible. Al mismo tiempo, ha expresado el propósito de replantear a fondo el espacio dedicado al tiempo para mejorarlo.

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El maltrato al territorio de México es incluso mayor que el descrito por la lectora: aparece seccionado. En el mapa de América del Sur figura una buena parte, que incluye la capital y la península del Yucatán, pero los estados septentrionales están en el mapa de América del Norte.

En respuesta al mensaje en que le pedíamos disculpas, Jimena Oyarvide hace una reflexión: "En Europa, por lo general, enseñan mal la división de América, empezando porque muchos creen que los únicos americanos son los estadounidenses y que los latinos no lo somos. Es como si en Europa los países latinos no tuvieran derecho a ser europeos. ¿Qué le parecería que un día alguien le dijera que no es europeo porque habla español o porque su cultura es latina? A mí me han dicho varias veces que no soy americana, ¿qué soy entonces?".

El enojo por sentirse expulsada de América no es algo exclusivo de esta lectora. El 7 de noviembre pasado telefoneó desde La Garriga, una población cercana a Barcelona, la chilena Ana Pérez para quejarse de un titular publicado en la primera página de aquel día: 'Viaje a la América más conservadora', referido a las zonas con población más derechista de Estados Unidos. "Trato de pasarlo por alto para no enfadarme, pero esta vez no he podido aguantar más. Es muy molesto ver cómo los Estados Unidos se van apoderando de todo, incluido el nombre del continente".

Sólo seis días después se publicó otro titular similar, en este caso a toda página: 'La América profunda arrincona a Darwin'. En esa ocasión la reacción llegó por correo electrónico desde la ciudad mexicana de Cuernavaca. Luis Javier Álvarez, en tono airado, recordó que todo el continente que se halla al otro lado del Atlántico se denomina América e insistió en la idea de que "los yanquis" se han apoderado de todo en él, "incluyendo el nombre".

Los lectores tienen razón al quejarse, aunque resulta a veces difícil titular de forma atractiva utilizando Estados Unidos o EE UU, que es lo que debe hacerse. 'La América profunda' tiene mucha más fuerza que 'Los EE UU profundos'.

El Libro de estilo de este diario no avala el uso de América como sinónimo de Estados Unidos, aunque en ocasiones se utilice. Por similitud se puede incluso considerar que lo prohíbe si se tiene en cuenta que sobre el término americano señala: "Palabra mal empleada cuando se refiere sólo a los habitantes de Estados Unidos. Para éstos se reservan los términos norteamericanos o estadounidenses, aunque tampoco sean muy exactos (los mexicanos, por ejemplo, son norteamericanos, por habitar en América del Norte, y estadounidenses, en cuanto ciudadanos de Estados Unidos de México)".

Hay dos motivos por los que los periodistas de este diario han de ser especialmente cuidadosos al utilizar el término América o tratar temas referidos a ese continente y sus habitantes: son ya más de un millón las personas nacidas en países de Latinoamérica que viven en España y cada vez son más los americanos de habla española que leen el diario a través de Internet.

Otro lector americano, el periodista argentino Dardo Gómez, remitió el domingo pasado un correo electrónico. Empieza así: "Aunque sea incongruente no vengo a solicitar que me defienda, ya que no he sido injuriado, sino a que me saque de dudas. En un artículo de EL PAÍS referente a mi elección como presidente del Sindicat de Periodistes de Catalunya se reseñó que para ese cargo había sido 'reelegido el argentino Dardo Gómez' (textual del cable de Europa Press). Inobjetable lo uno y lo otro; además de público para los afiliados del SPC y notorio para cualquiera que me oiga decir 'buen día".

Gómez plantea una serie de preguntas: "La referencia a mi cierto, irrenunciado e irredento origen bonaerense no me inquietó hasta que algunos miembros de mi sindicato hicieron anidar en mí sus sospechas de una secreta intención tras esa mención. Las dudas se alimentaron: ¿Señalar un demérito del SPC por tener un presidente argentino?, ¿remarcar como virtud que un sindicato catalán lo tuviera?, ¿ayudar con la mención a mitigar el boicot contra el cava catalán?, ¿tal dato era relevante para entender la información?".

La redactora que resumió los textos de las agencias y puso en página la información sobre el citado sindicato asegura que no albergó ninguna intención oculta y se limitó a recoger algo que ya estaba escrito. Pone de relieve, además, que la alusión a la nacionalidad no puede considerarse peyorativa porque no se inscribe en el contexto de una acción negativa.

Una de las preguntas del presidente del SPC es periodísticamente importante: ¿Tal dato era relevante para entender la información? Es obvio que no lo era. ¿Debería, por tanto, haberse omitido? No hay ninguna norma que lo aconseje. El dato no es imprescindible para entender la información, pero tiene cierto interés, por lo que se puede obviar pero no hay razón para ocultarlo.

Los manuales de deontología recomiendan que no se haga constar, o al menos no se destaque, la nacionalidad del protagonista de una noticia negativa para evitar que puedan producirse reacciones xenófobas. Por ejemplo, no debe titularse una noticia con la nacionalidad del autor de un crimen. Pero la información sobre la reelección de Dardo Gómez, sin connotaciones negativas, queda fuera de esa recomendación.

Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electrónico (defensor@elpais.es), o telefonearle al número 91 337 78 36.

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