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Crónica:DE LA NOCHE A LA MAÑANA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Más allá de la duda

A peor

No está el patio para muchas alegrías, pero no se preocupen, ya que todo puede ir a peor. En la sanidad, por ejemplo, cuyo funcionamiento en muchos servicios cabe calificar de desastrosa, pronto llegaremos al punto de no retorno respecto de la financiación de un modelo que si ya resulta insostenible pronto será de todo punto imposible. Cualquier reorientación del modelo pasa por una mayor contribución del usuario, lo cual es susceptible de provocar esa clase de preocupaciones que llevan a la enfermedad. Ni la reducción de las listas de espera, sobre todo en diagnóstico especializado y en cirugía, ni el cincominutismo por paciente en asistencia primaria son problemas fáciles de resolver, y ayudan sobre todo a fomentar el abuso de medicación, que es otro de los problemas mayores en la actualidad. El resultado es que dentro de nada ponerse enfermo va ser algo parecido al desastre total.

Golferías

La figura del golfillo, ese niño de gorra antigua de visera y mofletes de carbonero, enfundado en pantalones de golf, ya no encandila a nadie ni a nadie ya interesa ese icono de finales del diecinueve que tanta fortuna obtuvo en Cataluña, a saber por qué, a cuenta de los anuncios del cava, antes de obedecer a la denominación de origen. Pero la historia, incluso la de las imágenes de antaño, que tanto molan a Carlos Pérez, regresan a veces a manera de fábula inconclusa. ¿Qué otro disfraz, salvo que se trate de su auténtica catadura, conviene más a Eduardo Zaplana que tapar su cabeza con un gorrito de Papa Noel de mucho peluche a fin de resaltar en lo que merecen unas mejillas asfaltadas por mil episodios sin nombre? Por el oropel un tanto ajado de su jeta rasgada, como dividida por un cortinaje de indecisa obediencia gallega, se desliza un rústico retablo de maravillas que prefiere ignorar su nombre. ¿Y Rajoy? Está y se le espera. Incluso acude cuando Rouco así lo quiere. Pero nunca tendrá la capacidad de encaje de la mandíbula de Acebes.

Ni dudas ni nada

José María Aznar, es cierto, se parece cada vez más a ese abuelito que se ha visto desalojado del papel antaño predominante en la familia y se empeña en abrumar a todo el mundo con la reiteración incesante de antiguas batallitas que a nadie más que a él mismo parecen interesar. Sin embargo, entre su tenaz legión de nueros, cuñados y primos encuentra cierto eco, por eso, además de presidir su propia fundación, se dispone a lanzar una férrea colección de libros entre cuyos primeros volúmenes figura, cómo no, un ensayito de Amando de Miguel, sociólogo de cierto prestigio en la Transición reconvertido en buscabullas mediático. Don Amando, ¡que apadrinó la boda de Damià Mollà y Carmen Alborch!, manifiesta al ex de casi todo, y critica el "pensamiento progresista dominante". Se ve que hay otro "pensamiento progresista" que o bien ya no domina o no lo hace todavía. En fin.

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El baile de las facturas

Decía el filósofo Manuel Sacristán, respecto del ateísmo, que compete a quien lo afirma demostrar la existencia de algo, ya que las inexistencias no se prueban. De igual modo, la ordalía de facturas irregulares no existe hasta que alguien se atreve a demostrar su existencia. En esa curva irredenta de demostraciones facturadas está inmerso un pepé valenciano que, literalmente, no sabe cómo salir de una ordalía de impagados o de mal pagados que de pronto han recuperado la voz y los archivos. Implicados hasta las cejas en una seria corruptela que lo mismo tiene que ver con Miami que con Torrevieja o con la esquina de la calle, lo que queda de los populares valencianos (de origen, que no de legitimación) manejan sus encuestas favorables a sabiendas de que todo se va sabiendo, y de que no se sabe más porque se espera el momento de darlo todo por sabido.

Malos modos

A ver si la crispación que anda suelta se va a contagiar a las páginas de este diario. El otro día, Hermann Tertsch llamaba abuela a Rosa Regás, de una manera no precisamente cariñosa, hacía mofa del entusiasmo socialista de la ahora directora de la Biblioteca Nacional, y se permitía cierta befa sobre ella al hilo de unas declaraciones radiofónicas en las que Regás sugería que detrás de la incomparecencia de líderes árabes en la Cumbre de Barcelona podría estar la mano negra de Condoleeza Rice. Lo más chusco eran las bromitas sobre el apelativo negra, que difícilmente puede tener un matiz xenófobo o racista en boca de esta demócrata de toda la vida. Son ganas de exagerar las cosas para obtener ventaja, y eso está muy feo incluso en alguien que no siempre escribe bonito. ¿Rosa Regás, racista? A otro perro con ese hueso.

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