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Lo que nosotros queremos

En la propuesta de reforma del Estatuto de Autonomía de Cataluña, los catalanes manifestamos qué es lo que queremos para Cataluña en el próximo futuro. Y lógicamente, cómo vemos en este contexto nuestras relaciones con el resto de España o con Europa. Y lo hacemos de forma prácticamente unánime, con el apoyo del 90% de los diputados del Parlament. Lo decimos de forma clara, pero sin estridencias ni salidas de tono. Lo planteamos de manera firme, pero tendiendo la mano para dialogar y llegar a acuerdos convenientes y razonables.

Por ello, no deja de chocarnos la reacción extrema y ruidosamente estridente de la "caverna mediática" y de la extrema derecha española, y también de la que manda en el PP. No deja de extrañarnos, como denunciaba no hace mucho en estas mismas páginas el profesor Joan B. Culla, el silencio cómplice de los progresistas españoles, a los que decía: "No, no pido que aplaudan la propuesta catalana, ni siquiera que la comprendan. Pido que defiendan el derecho de Cataluña a plantearla, a ser escuchada y a participar en una discusión serena, respetuosa. Pido que condenen sin ambages los insultos, las amenazas y las mentiras proferidas -en nombre de España- por los enemigos de la paz civil. ¿Es mucho pedir?" (EL PAÍS, 14 de octubre).

Sorprende que preocupe a ciertos catalanes que la propuesta de Estatut no sea la que se esperaba de nosotros

Pero, sobre todo, no deja de sorprendernos la posición de ciertos catalanes a los que, básicamente, les preocupa que la propuesta de reforma del Estatuto de Autonomía de Cataluña que hemos enviado a Madrid no es lo que allá esperaban de nosotros. Lo que pensamos y queremos la inmensa mayoría de los catalanes, a través de nuestros representantes en el Parlament, no tiene importancia. Lo realmente esencial es que allá, en Madrid o en España, "esperaban otra cosa de nosotros" y les hemos defraudado una vez más. Es la postura que manifiestan un grupo, minoritario pero ciertamente influyente, de empresarios, profesionales, catedráticos e intelectuales catalanes que se sienten básicamente españoles. O quizá tan españoles como catalanes, pero en todo caso contrarios a cualquier tipo de catalanismo, sea nacionalista, soberanista o, probablemente también, simplemente federalista. Y cuando votan, lo hacen indistintamente por el PSOE (que no el PSC) o por el PP, y quizá en algún caso incluso por CiU.

No deja de admirarnos que, desde esta postura, se hable de "el vértigo del Estatuto", que se califique la propuesta de reforma del Estatuto de Autonomía de Cataluña como "una especie de maldición humana" o "una iniciativa pensada por nuestros rivales para distraer nuestra atención y energías". Son unas personas preocupadas y desconcertadas con esta reforma porque, según ellos, hay muchos ciudadanos y ciudadanas españoles muy preocupados y muy desconcertados por la situación abierta o creada por el Estatuto. Esperaban, según ellos, una propuesta de modernización de la España del siglo XXI, una propuesta de liderazgo social y político para avanzar juntos en la construcción de la España plural del siglo XXI teniendo en cuenta el entorno económico, social y político en el que nos encontramos. Y, siempre según estas voces, la propuesta de reforma del Estatuto de Autonomía de Cataluña presentada frustra estas esperanzas. Es una postura que se viste de cosmopolitismo universal, pero que es profundamente dependiente y poco ambiciosa.

Les aseguro que puedo presentarles un buen puñado de empresarios, profesionales, catedráticos e intelectuales que piensan de forma bien diferente. E incluso puedo llegar a reunir un buen número de comerciantes, estudiantes, amas de casa, autónomos,pequeños empresarios, etcétera, que tampoco coinciden con las opiniones anteriormente expresadas. Al contrario, creen y creemos que ha llegado el momento de que Cataluña, por medio de sus representantes, diga lo que los catalanes queremos como país y como nación, y en nuestras relaciones con el resto de España, con Europa y con los demás continentes. Y queremos decirlo de forma clara (clar i català), pero tranquilamente y con educación; de manera firme, pero al mismo tiempo inteligente y dialogante. Y tenemos todo el derecho y toda la legitimidad para hacerlo, porque la propuesta de reforma del Estatuto tiene el aval democrático del 90% de los diputados del Parlament.

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Lógicamente, este grupo de catalanes, muy numeroso, según nos dicen las encuestas, y con la legitimidad democrática muy mayoritaria de sus representantes en el Parlament, son catalanistas. Pueden ser nacionalistas, soberanistas o federalistas. Suelen votar a CiU, el PSC, ERC o ICV. Se sienten únicamente catalanes o bien catalanes y españoles al mismo tiempo. Pero todos ellos tienen en común que quieren un nuevo Estatut para Cataluña, la propuesta de reforma que ha aprobado el Parlament. Una propuesta que pensamos que es válida e imprescindible para la modernización y el avance social de la Cataluña del siglo XXI. Una propuesta que permite, tal como está planteada, la colaboración, de tú a tú, entre Cataluña y España, para avanzar juntos ante los nuevos retos del siglo XXI. Una propuesta que, teniendo en cuenta el entorno económico, social y político, es totalmente necesaria para ser competitivos en el ámbito internacional y para tener una calidad de vida equivalente a la de los países y las regiones más avanzadas.

Antoni Soy es presidente del Consejo Asesor Municipal de ERC y profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Barcelona.

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