Una muestra reivindica a Martiarena como puente entre tradición y vanguardia
Ascencio Martiarena (San Sebastián, 1883-1966) es uno de los pintores que mejor encarna el tránsito del costumbrismo a las vanguardias en el País Vasco y, sin embargo, su nombre ha permanecido durante mucho tiempo en el ostracismo. En parte, se debe a su sencillez y su condición de profesor, pero también, tras la Guerra Civil, por su ideología nacionalista, según sostiene el crítico Edorta Kortadi. La Kutxa reivindica ahora su figura en su sala en el Boulevard de San Sebastián con una antológica que resume su trayectoria a lo largo de 119 obras: 108 pinturas y 11 dibujos.
La muestra, que permanecerá abierta al público hasta el próximo 11 de diciembre, se titula Retratos y paisajes urbanos. Ambos fueron los principales motivos de inspiración de un pintor que bebió en sus inicios del realismo costumbrista de Zuloaga para absorber después las claves de algunas de las tendencias más destacadas del arte internacional de su tiempo, desde el impresionismo, hasta el fauvismo o el puntillismo. Todo ello queda reflejado en la exposición, igual que su pasión por el paisaje, su religiosidad, su preferencia por la pintura matérica o su exilio en Francia tras la Guerra Civil.
A su regreso, Martiarena, miembro de ANV y profesor de Ruiz Balerdi, Amable Arias y Zumeta, perdió su plaza de profesor en la Escuela de Artes y Oficios, pero continuó impartiendo su magisterio. "Nos enseñó a soltar la mano", recuerda Laura Esteve en el DVD que traza su perfil en el marco de la exposición. También continuó retratando pescadores e intelectuales o recreando paisajes de ciudades desde entornos rurales. Cada vez, eso sí, con una pintura más suelta, porque su obra, como recuerda otro de sus discípulos, fue "liberándose con los años".
