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Columna
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Andalucía / Cataluña (I)

Celebro que Chaves, en su discrepancia del Estatuto de Cataluña, empiece a hablar más de "cohesión" que de "solidaridad". Lo primero es justicia redistributiva. Lo segundo tiene un tinte dadivoso que nunca me gustó. Hora va siendo de llamar a las cosas por su nombre, pues muchos embelecos hay en esta historia del Estatut. Y mucho izquierdismo de salón, dentro y fuera de Cataluña.

Cualquiera puede hacer malabarismos con la semántica, la Historia y aun con los sentimientos (esto es más peligroso); con las comparaciones a la carta, las referencias ligeras y los anacronismos. Dice Maragall, por ejemplo, que "nadie duda de que el Reino Unido es una nación, pero es una y trina". Hombre, ya puesto y aplicando estrictamente el símil, podía haber dicho que España también es una nación, aunque no sea trina, como la divinidad cristiana, sino olímpica, como la pagana. Aparte de que se ha olvidado de los desdichados irlandeses del norte, y de que ya quisieran los escoceses, o los galeses, tener un cuarto de las competencias que tienen los catalanes, siendo éstos una simple autonomía -da miedo pensar a lo que pueden llegar cuando sean "nación"-. Pero no. La "nación española" no aparece ni una sola vez en el Estatut. Curioso. España es siempre un "Estado". O sea, según el viejo sentir nacionalista, una construcción artificial y más bien militarista, mientras que la nación es un ser natural, como los robles o las ardillas. (Qué suerte tienen los británicos). Pero es que ni siquiera aparece por parte alguna la tan cacareada "nación de naciones". La relación bilateral de Cataluña con los andaluces, por ejemplo, será siempre a través de "los pueblos de España". ¿Cuáles son entonces las otras "naciones"? No dice cuáles, y miren que es osado el texto. Bueno, sí, el valle de Arán, quién lo diría.

Así que los pobrecitos que nos sentimos tan andaluces como españoles, probablemente sufrimos de una alucinación, de la que quizás pueda curarnos el Estatut, miren por dónde. Y los españoles de izquierda, unos auténticos bichos raros.

La clave para entender estos malabarismos catalanes puede que esté en el lapsus que comete el president en la entrevista que publicó este periódico el domingo. Dice ahí Maragall que "el concepto 'nación' está también en la tradición del federalismo castellano". ¿Castellano? Habrá querido decir "español", sólo que no le ha salido la palabra. (El federalismo castellano es un movimiento regional que arranca en el XIX con la idea de federar las dos Castillas). Debe de referirse al federalismo de Pi y Margall, a la gran tradición federal, de corte pactista utópico, proto-libertario y... español cien por cien. Que por cierto tuvo en Andalucía mucho arraigo, como en todo el Levante español, incluida Cataluña. Pero claro, querer apoyarse en una corriente de pensamiento integrador e igualitario, para defender un federalismo burgués y excluyente (con salpicaduras progresistas), sólo podía hacerse de pasadas y con alto riesgo de equivocarse. Y que por la boca muere el pez.

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