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Holgada victoria electoral de la derecha en Polonia, según los primeros datos

Los sondeos anuncian el desplome de los socialdemócratas del presidente Kwasniewski

Los sondeos a pie de urna apuntaban ayer al mayor triunfo de la derecha polaca desde la transición del totalitarismo y al predominio, por los pelos, del ala conservadora sobre la liberal en el futuro Parlamento. Las encuestas concedían a Ley y Justicia (PiS) entre dos y tres puntos de ventaja sobre la Plataforma Cívica (PO), y ambas formaciones, que se han comprometido a gobernar juntas, sumarán una holgada mayoría de 303 diputados en un Parlamento de 460. La gubernamental Alianza de Izquierdas (SLD) de Alexander Kwasniewski se desploma.

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El SLD pasa del 41% al 11%, pero salva los muebles y será el único partido de izquierdas representado en la Cámara. Los sondeos a pie de urna de TNS y GFK son parecidos: sitúan en cabeza a PiS con el 27-28%, seguido de cerca por PO (24-26%), y a gran distancia por el SLD, que en el último momento ha logrado agrupar el voto útil de izquierdas a expensas de sus escisiones.

Autodefensa, el inclasificable partido agrario-populista, y la ultra católica Liga de las Familias Polacas lograrían en torno al 10% y el último grupo representado en la Cámara sería el agrario PSL. El nuevo Partido Demócrata impulsado por la Unión Liberal y ex miembros liberales del SLD como el primer ministro, Marek Belka, quedaría fuera de la Cámara.

Ambos sondeos auguraban una participación del 40%. La afluencia a las urnas es tradicionalmente baja en las generales polacas -sólo en 1993 alcanzó el 50%-, pero el récord negativo se situaba en el 43%.

Nunca antes los grupos que proceden de Solidaridad habían reunido una mayoría tan sólida con una oposición tan débil. Quedan a sólo tres escaños de los dos tercios necesarios para reformar la Constitución y controlarán el 85% del Senado. No obstante, la aplastante victoria de la derecha no prefigura que vaya a formarse un Gobierno fuerte y estable. La campaña no concluirá hasta que se hayan celebrado también las presidenciales, cuya primera vuelta está prevista para el 9 de octubre, y los encontronazos entre los futuros socios, que han protagonizado en los últimos años múltiples encuentros y desencuentros, han sido constantes. Los analistas auguran al unísono que las peleas continuarán en el Gobierno.

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A pesar de que tanto PiS como PO defienden mayores reformas económicas, en la práctica se sitúan en dos familias que pueden llegar a ser opuestas. El PO, que los analistas consideraban favorito, tiene una agenda neoliberal que incluye un tramo único de impuestos para todos (flat tax). El PiS, en cambio, defiende una mayor intervención del Estado en la economía y en la medida que avanzaba la campaña iba subrayando su perfil más social para atraerse a los votantes de izquierda desencantados.

Ayer mismo, el candidato presidencial del PiS, Lech Kaczynski, recalcó las diferencias entre ambas formaciones equiparándolas a un debate "entre la Polonia liberal y la Polonia solidaria". Su hermano gemelo, Jaroslaw, de 56 años, se perfila como primer ministro, aunque ha anunciado que renunciará si Lech también gana para evitar que los cargos más importantes del país recaigan sobre dos hermanos. Las encuestas sitúan sin embargo holgadamente en cabeza a Donald Tusk, el candidato de la Plataforma.

El batacazo del SLD, carcomido por la corrupción, no es tan fragoroso como habían anunciado los sondeos. Pero cuando concluya el proceso electoral, tras las presidenciales, el partido pasará de atesorar prácticamente todo el poder -la presidencia de la República, el mayor grupo parlamentario en el Congreso y la mayoría absoluta en el Senado- a disponer sólo de un grupo parlamentario de unos 50 diputados.

La derecha no esperó siquiera al cierre de las urnas para dar por finiquitado al SLD y tanta era la confianza en su victoria que sus dirigentes vendieron la piel del oso incluso antes de cazarlo. "El mayor logro de las elecciones será la desaparición de la izquierda de la vida parlamentaria", declaró tras votar Jan Rokita, de PO. Tusk mostró parecida suficiencia al augurar el inicio de un "periodo histórico" en el que "el país, sin izquierda, cambiará para mejor".

Las elecciones ponen abrupto final a la evolución al alza que la formación nacida sobre los escombros del antiguo partido único reforzaba elección tras elección. Desde las primeras generales, el SLD había ido incrementando su porcentaje de voto desde el 12% de 1991 hasta el 41% de 2001.

Al mismo tiempo, sin embargo, los resultados consolidan al SLD como la única oposición de izquierdas y el eje para su eventual regeneración. Cuatro meses antes de los comicios, el partido eligió a un hatajo de treintañeros como dirigentes que han dado una imagen de ruptura con el pasado que se ha revelado útil. Alexander Kwasniewski, que conserva una popularidad superior al 50%, se perfila como esencial en la reconstrucción de la izquierda polaca una vez abandone la presidencia.

Jan Rokita, candidato presidencial por la Plataforma Cívica (PO), ayer junto a su familia.
Jan Rokita, candidato presidencial por la Plataforma Cívica (PO), ayer junto a su familia.REUTERS

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