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Reportaje:JARDINERÍA

Aprender a regar

Parece cosa de niños, pero proporcionar a cada planta el agua necesaria sin saturarla es un aprendizaje que implica observación y paciencia. No existen recetas. Hay que calibrar factores como el tipo de planta, la composición de la tierra o los hábitos de riego previos.

Acertar con la cantidad de agua que necesitan las plantas es una de las habilidades que distinguen a un buen jardinero. Un dato a tener en cuenta es que, al contrario de lo que se cree, las plantas ornamentales sufren más por exceso de agua que por defecto.

La necesidad de agua de cada planta varía según su naturaleza, tamaño y fase de crecimiento. También depende de factores climáticos y ambientales, como temperatura, humedad, viento y luminosidad, que cambian a lo largo del año; así como de la composición y profundidad del suelo. El riego es, además, una cuestión de costumbre. Las plantas que están habituadas a un régimen más seco desarrollan un sistema radicular profundo y ramificado en busca de la humedad acumulada en las capas bajas del suelo, mientras que las que reciben agua a diario se vuelven débiles y vulnerables.

Como son tantos los factores a tener en cuenta, es imposible establecer reglas fijas respecto a la frecuencia y el caudal del riego. Sin embargo, es muy útil conocer una serie de pautas que pueden tener una importancia decisiva a la hora de establecer el régimen de riego más adecuado.

01 Es mejor regar poco y en profundidad que a diario y superficialmente.

02 El exceso de agua debilita las plantas, perturba la actividad biológica del suelo, favorece enfermedades y plagas y produce frutos hinchados e insípidos.

03 En verano se debe regar siempre tras la puesta de sol, cuando la temperatura es más fresca, y se minimiza la evaporación producida por efecto del calor. En plena canícula son muchas las plantas que ralentizan su actividad y entran en una especie de letargo que no conviene pertubar. Por ello, aunque haga mucho calor, sobreviven con poca agua.

Generalizando, puede decirse que el césped necesita riego diario; las plantas herbáceas (anuales, bienales y vivaces), cada dos días, y los árboles y arbustos, un par de veces a la semana. Los híbridos necesitan más humedad, lo mismo que sucede con cualquier tipo de planta en su primer año en el jardín. Antes de instalar un sistema de riego automático hay que conocer el caudal y la presión del agua disponible en la parcela.

Las macetas y jardineras. Son un componente clásico y casi imprescindible en la decoración de interiores. El único inconveniente es que hay que regarlas con frecuencia y con la dosis justa, porque el agua escurrida por los agujeros de drenaje, además de un derroche, arrastra parte de los nutrientes y sales minerales de la tierra y la empobrece. Una forma de evitarlo es sumergir las macetas durante media hora en una palangana -u otro recipiente- de forma que la tierra quede húmeda, pero no empapada.

Otra posiblidad es reutilizar una parte del agua que se necesita a diario en el entorno doméstico. Se puede aprovechar el agua que queda en la mesa al terminar las comidas; la que se ha utilizado para lavar frutas y hortalizas, cocer verduras o hacer huevos duros (una vez fría); el té sobrante (también frío); el agua del acuario y la pecera cuando se cambia; etcétera.

Antes de un viaje

Si vamos a ausentarnos durante más de un mes, lo más sensato es encargar a alguien el cuidado de las plantas. Para periodos más cortos existen otras alternativas eficaces.

Lo más novedoso es el gel. Un producto a base de agua y celulosa, de textura gelatinosa, que se coloca sobre el sustrato para que la tierra lo vaya absorbiendo poco a poco. Es limpio, inocuo y fácil de utilizar. Cada envase hidrata 12 centímetros cúbicos durante unos 30 días y cuesta entre 1,5 y 2 euros. Tan sólo hay que calcular el número de envases necesarios en función del tamaño de la maceta.

Las hidrojardineras implican un desembolso mayor, pero son mucho más duraderas. Estos recipientes incorporan un depósito de agua que la planta va absorbiendo por sus capilares. Lo importante es que la capacidad del depósito sea suficiente y que el sistema no quede obstruido con restos de tierra. Su precio varía en función del modelo y tamaño, pero se pueden encontrar a partir de 15 o 18 euros.

Para escapadas cortas, de fin de semana o poco más, existen difusores de terracota, pequeños depósitos de agua que se clavan en la tierra y la mantienen húmeda durante tres o cuatro días. Son prácticos y cuestan entre 2 y 5 euros.

Sea cual sea la solución elegida, convendrá complementarla con estos cuatro pasos: 01 Dejar de suministrar abonos o fertilizantes 15 días antes de partir. 02 Reducir la actividad de la planta cortando las flores y los capullos a punto de abrirse. 03 Reunir las macetas en la habitación más fresca de la casa, bajar la persiana y dejar la ventana entreabierta. 04 Regar a fondo justo antes de partir.

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