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Reportaje:TENIS | Abierto de Estados Unidos

"Es increíble, me sentía bien"

Agassi, semifinalista a sus 35 años tras remontar dos 'sets' a Blake

Era muy tarde, de madrugada ya en Nueva York. Cuando James Blake cerró la segunda manga y pasó a dominar a Andre Agassi por dos a cero, algunos aficionados abandonaron la pista central o apagaron el televisor. Para ellos, el partido estaba acabado. Entre otras razones, porque el tenista de Las Vegas nunca había logrado remontar una desventaja semejante en el Open de Estados Unidos. Sin embargo, a sus 35 años, lo consiguió. No fue una casualidad. Sin el intenso trabajo en el gimnasio que realizó desde que perdió en la primera ronda de Roland Garros, su reacción habría sido imposible. Pero ésta es la historia de Agassi: lucha hasta la última bola, nunca se rinde, siempre cree que tiene una oportunidad. Ganó por 3-6, 3-6, 6-3, 6-3 y 7-6 (8-6) en dos horas y 51 minutos a un desesperado Blake, diez años más joven, que se había puesto con un 5-3 en la quinta manga.

En la estadística, Agassi no parecía el ganador: 11 saques directos por 19 de Blake, 56 golpes ganadores por 60, 57 errores no forzados por 46. Sin embargo, los números son fríos y no hablan de sentimientos. Y lo que acabó decidiendo el duelo se movió más en el plano de los sentidos que en el del juego. ¿Cómo logró Agassi sacar la energía necesaria para no hundirse mentalmente y llegar tan fresco a la parte decisiva? Dos meses antes, cuando perdió frente al finlandés Jarkko Nieminen en la apertura parisiense, en su cabeza comenzaron a aparecer los fantasmas de una posible retirada. Una persistente ciática que le afectaba desde la espalda hasta la pierna derecha le impedía desarrollar lo mejor de su juego: su despliegue físico.

Entonces tomó una decisión. Se alejó del circuito; se fue a su casa y se reunió con el preparador físico que le ha acompañado durante los últimos 16 años, Gil Reyes, y con su entrenador, Darren Cahill. "Vamos a intentar arreglar todo esto. Todavía no estoy acabado", cuenta Reyes que le dijo Agassi. "De acuerdo. Vamos a cambiar algunas cosas y veremos hasta dónde podemos llegar. Tú deberás poner bastante de tu parte", fue su respuesta. En los siguientes dos meses, Agassi y Reyes trabajaron en el gimnasio y mantuvieron un ritmo de dos horas diarias de levantamiento de pesas. Agassi nunca se quejó.

"Es increíble, me sentía bien", respondió cuando le recordaron todo lo que había pasado y que ahora está ya en las semifinales del torneo de su país; "creo que todo el tiempo que invertí en mi casa mientras se jugaba Wimbledon, sin saber si podría volver a jugar, comenzó a dar resultados sólo unas semanas más tarde. Ahora aprecio de nuevo poder estar en la pista y tener posibilidades de hacer cosas como éstas".

Cuando regresó al circuito, ya a finales de julio, Agassi ganó en Los Ángeles y perdió ante Rafael Nadal en la final de Montreal. "Está más fuerte y mejor preparado que cuando tenía 25 años", asegura Reyes. Sin embargo, durante todo el año, ha necesitado la ayuda de la cortisona para soportar sus dolores. La última infiltración se la hizo justo después de Los Ángeles.

La cuestión es que llegó al Open con la moral por los aires. Y que fue salvando una tras otra todas las dificultades que encontró en su camino: tres desempates contra el croata Karlovic, cuatro mangas frente al checo Berdych, cinco sets ante el belga Malisse. Y ayer, una remontada histórica, contra el mejor Blake de su carrera. Ahora le queda otro norteamericano, Robby Ginepri, que no le ha ganado ni un set en tres enfrentamientos, para alcanzar la final. "¿Cómo ha logrado esta longevidad?", le preguntaron. Y él, simplemente, respondió: "Rodeándome de las personas que saben cómo pueden ayudarme a tomar las decisiones más acertadas y entrenándome y trabajando muy duro". La historia de su vida.

Andre Agassi envía besos al público tras su triunfo.
Andre Agassi envía besos al público tras su triunfo.REUTERS

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