Kurdos en Armenia
El cine de las antiguas repúblicas soviéticas ahora independientes se abre paso poco a poco en los festivales internacionales mostrando mundos tan apasionantes como desconocidos para la mayoría de los mortales. Unas películas que, por desgracia, raramente llegan después a las salas comerciales españolas. Por eso resulta doblemente gratificante el estreno de la, por otra parte, notable Vodka lemon, coproducción entre Armenia y varios países europeos, ganadora del premio a la mejor película de la sección Contracorriente de la Mostra de Venecia del año 2003.
Su director, Hiner Saleem, kurdo nacido en Irak, sabe lo mucho que ha sufrido su pueblo sin estado y lo mucho que han sufrido los armenios, habitualmente masacrados por la Historia, incluyendo el genocidio a manos de los turcos durante la I Guerra Mundial.
VODKA LEMON
Dirección: Hiner Saleem. Intérpretes: Romik Havinian, Lala Sarkissian, Ivan Franek, Rouzanne Mesropian. Género: comedia dramática. Armenia, Francia, Italia, Suiza, 2003. Duración: 86 minutos.
Sin embargo, su película mantiene un tono optimista dentro de la pobreza que está retratando: la de un viudo cuyos únicos bienes son un viejo armario, un uniforme militar y una pírrica pensión, y la de una viuda que malvive como dependienta de una absurda tienda de vodka situada en medio de la nada.
Dotada de un humor aplastante de puro ingenuo, con una sutileza cercana al cine mudo de Buster Keaton, Vodka lemon relata de forma pausada y minimalista la existencia de este par de desamparados que, no en vano, se mueven por el mundo con semejante y cadencioso ritmo. Saleem despliega una preciosa puesta en escena en la que siempre retrata desde el mejor encuadre, el más adecuado para mostrar la determinada situación que está contando. Así, casi siempre huye de los primeros planos en beneficio del (muy bello) plano general y únicamente utiliza aquél cuando va a aportar algo más que una frase intrascendente.
Nieve ética
Además, el director aprovecha los inhóspitos paisajes nevados no sólo de una forma estética sino también ética, ya que éstos siempre sirven para mostrar la verdadera situación social de sus criaturas.
El pueblo armenio se debate entre la mera supervivencia de las generaciones más adultas y la habitual inmigración de los jóvenes: a Moscú, a París, adónde sea. "¿No echas de menos cuando los rusos estaban aquí?", pregunta el protagonista de la historia a otro perro viejo como él. "No, entonces no teníamos libertad", responde con rapidez y contundencia su compañero de fatigas.
Tierra apegada a las tradiciones, según se desprende de lo que Saleem pretende contar, Armenia deambula por su reciente independencia con el recuerdo de lo que fue, a un tiempo, el abrigo y el yugo de la antigua Unión Soviética. Los mayores no se ponen de acuerdo y los jóvenes inician un camino hacia, quizá, ninguna parte huyendo de una situación que les mantiene atados a unas costumbres que ya ni siquiera ven como suyas.
Película poblada por las miradas cómplices y los silencios repletos de calor en medio de una gélida realidad, más que por vacías declaraciones y farragosas explicaciones, Vodka lemon representa de una forma tan simpática como dramática lo que es hoy un país de vocación sufridora abandonado a su propia suerte, habitado minoritariamente por otro pueblo, el kurdo, que, como afirma el propio director, nació adulto porque a sus gentes les robaron la niñez.