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Crítica:FESTIVAL DE INNSBRUCK | 'Don Quijote en Sierra Morena' | CULTURA Y ESPECTÁCULOS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

En un lugar de Tirol

Paradojas. El seguramente mejor espectáculo que, por ahora, se ha rendido como homenaje desde la música a la figura de Don Quijote, con motivo del cuarto centenario de la publicación de la novela de Cervantes, se ha producido en Austria y, en concreto, en el Festival de Música Antigua de Innsbruck. Se trata de la ópera Don Quijote en Sierra Morena, de Francesco Bartolomeo Conti, estrenada en Viena con motivo del Carnaval de 1719, en el esplendoroso reinado para la música de Carlos VI.

Se han cuidado las cosas hasta el mínimo detalle en la capital tirolesa. Y así en vísperas de la representación del viernes se ofreció un concierto de acercamiento a cargo de la formidable Akademie für alte Musik de Berlín, con otras músicas sobre Don Quijote, como las de Telemann, y con dos estupendas piezas de Conti, la cantata Lontananzadell'amato y el divertido intermezzo para soprano y barítono de la ópera Teseo y Creta que lleva por título Pampalugo vestido de Papagallo, e poi, Galantina con una Comparsa, un anticipo por sus efectos cómicos y onomatopéyicos de lo que sería años después el dúo de Papageno y Papagena en La flauta mágica.

Conti era, con Caldara y otros, uno de los músicos fundamentales de la Ópera de Corte vienesa y allí compuso más de 30 óperas, oratorios, cantatas y obras instrumentales. Don Quijote en Sierra Morena fue su obra más emblemática. Después el compositor florentino fue cayendo en el olvido. Injustamente, por lo escuchado en Innsbruck.

La interpretación fue sensacional en todos los sentidos. Con la base de la admirable Akademie berlinesa, catapultada por René Jacobs en uno de sus momentos mágicos. Hay que remontarse a títulos como La calisto, de Cavalli, o a días concretos como el de Julio Cesar, de Händel, en Lisboa de hace más de una década, para encontrar a un Jacobs tan inspirado, tan profundo, tan irresistible, pasando de la alegría al sentimiento con naturalidad y sin perder un instante de intensidad.

Humor y emoción

La emoción se alternaba con el sentido del humor. A la agilidad narrativa contribuyó lo suyo la dinámica dirección teatral de Stephen Lawless, con la colaboración del escenógrafo Benoit Dugardyn. Fue un homenaje a la literatura en todas sus dimensiones, en un escenario con libros a tamaño gigante de Diderot, Rabelais, Kafka, Dickens, Roth, Pirandello, Shakespeare, Goethe, Merimée o Dumas, haciendo una extensión de la locura producida por los libros de caballería a la literatura de todos los tiempos. Algunos personajes incluso se desdoblaban, como el cervantino de Lucinda en Lolita, de Nabokov, o el de Maritorne en Carmen, con traje de faralaes incluido. Por allí podían aparecer desde Sherlock Holmes hasta Caperucita Roja y también un excesivo torero en el personaje de Rigo a cargo del histriónico Dominique Visse.

Hay momentos para la emoción como el comienzo del quinto acto, con la escena del cuarteto formado por Lucinda, Cardenio, Dorotea y Fernando, magníficamente resuelta por Olga Pasychnik, Franco Fagioli, Inga Kalna y Maria Streijffert, respectivamente. Conmovedor, asimismo, el final, con la soledad de Don Quijote, estupendamente encarnado por Nicolas Rivenq.

El reparto fue homogéneo y la orquesta superlativa. Las cuatro horas y media que dura el espectáculo se pasan como un suspiro. Las ovaciones y bravos al final fueron interminables. Quien lo iba a decir, en un lugar de Tirol. Don Quijote en Sierra Morena, de Conti, en la versión de Jacobs, es, sin duda, uno de los espectáculos del verano y, probablemente, del año. Francesco Bartolomeo Conti ha salido fortalecido. Lo merecía.

El tenor Nicolas Rivenq como <b>Don Quijote.</b>
El tenor Nicolas Rivenq como Don Quijote.

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