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Cuando soy buena soy mejor | CULTURA Y ESPECTÁCULOS
Columna
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Culos y témporas

Alfredo Pérez Rubalcaba dijo algo el otro día (el de Explicaciones Afganas) que me estremeció:

-Nos lo pidió Kofi.

Se refería al envío de tropas, pero no fue ello, el envío, lo que me causó vahídos, sino la familiaridad con que nombró al secretario general de la ONU.

¡Es un mal fario, es un mal fario!, conjuré, gritando con mis fuerzas. Pues de todos es sabido que, del mundo por los confines, a K. A. hay que nombrarlo por sus iniciales, o mejor, no nombrarlo. Y si se le nombra, hay que hacer sortilegios instantáneos. Fíjense, sin ir más lejos, la que le está cayendo a Níger desde que K. A. anunció que iba a tomar cartas en el asunto. Es más lento en reaccionar que el presidente Touriño de Galicia reuniéndose para ver qué pasa con los incendios de su tierra. Y eso que en otras cosas ha sido (el gallego) más bien rápido: me cuentan que, pese a haber elegido un Gobierno paritario (excepto el presi y el vicepresi), en los dos primeros Conseillos da Xunta, se nombraron rápidamente los cargos que gobernarán en los próximos cuatro años... en una proporción de 5 a 1 (hombres, 5, por si tienen dudas). Ay, chati, qué remalito que eres. Menos mal que en la cuestión descuartizadas y estranguladas seguimos imponiéndonos cantidad.

Está demostrado por el Trust for America's Health que los norteamericanos que votaron a Bush tienen un índice de obesidad disparatado

Pero a lo que iba. A los Asuntos Internacionales. Si para distinguir la sonrisa de La Gioconda hay que mirarla de forma periférica (no digo ya la sonrisa de Acebes, hay que estar muerto), para saber quién manda ahora aún más que antes en Naciones Unidas bastará con ponerse de espaldas a la sede neoyorquina del organismo internacional, mirando hacia Washington, hacia la Casa Blanca. John R. Bolton, el nuevo embajador de Estados Unidos en la ONU, ya se ha entregado a la labor de cambiar una serie de temas, entre otros los relacionados con el medio ambiente y con los tribunales internacionales y los Derechos Humanos. Le va a dar tal sacudida al organismo, que pronto no tendremos que consultarle nada a Naciones Unidas, ni pedirle cobertura alguna. Será como hablar con Rumsfeld, como recibir órdenes de Condoleezza, puede que hasta sea como tener a Aznar otra vez en Moncloa. Ese viejo, conocido olor a carca y a porque me sale de los cojones.

Así pues, va ir mal para los países en desarrollo que esperan la ejecución de los planes previstos hasta 2015; para el protocolo de Kioto y cualquier acción concertada entre los países para remediar el cambio climático; para el 0,7 por ciento de ayuda a los países menos avanzados, para el libre comercio de los otros países... En fin.

No parece raro tanto frenesí para apoderarse del parco y muy discutible espacio en donde estamos todos, y en donde se intenta, con mayor o menor fortuna, solucionar los problemas que van surgiendo. Piénsenlo. Pónganse en el lugar del Emperador. Piensen que el Emperador ya se ha puesto en el lugar de César Augusto desde hace tiempo, y que ha llegado a una sabia conclusión: ¿por qué, de qué, amos anda, para qué tengo yo que aguantar a todos éstos, que ni siquiera poseen un rancho en Crawford?

Yo creo que el Emperador es muy listo y está llevando a cabo una política perfecta para sus intereses, que consisten en acabar con todo lo demás, excepto con lo suyo. Por ejemplo, ya que está en un sitio en el que hace barbacoas, podría aconsejar a sus seguidores para que pierdan peso. Está demostrado (por el Trust for America's Health, está colgado en su web) que los norteamericanos que han votado a Bush (que viven en los Estados donde más se le votó: Misisipí, Alabama, West Virginia, Luisiana, Tennessee, Tejas, Michigan, Kentucky, Indiana y South Carolina) tienen un índice de obesidad disparatado. Fíjense que yo, mirando a esa madre pro Bush que ha entregado cuatro hijos al servicio en Irak, y que se le abrazaba como lapa en el acto de desagravio que le hicieron al presidente en Idaho, pensé que estaba la buena mujer superando la línea de obesidad, no la de gordita graciosa como yo y tantos otros, sino en la de no poder adquirir ya los billetes de avión de uno en uno. Me dije, pobre, es de tanto sufrir por los muchachos, que se pone ciega de repanochas. Y no, es por la fe: la fe en el Líder y en el Altísimo.

Porque está demostrado (y colgado también en una web: la de la Universidad de Purdue) que hay muchos gordos entre los religiosos practicantes, sobre todo entre los evangélicos que cantan en los oficios sin mover el culo de la banca, sin practicar las témporas (de donde se deduce que el tamaño del primero es inversamente proporcional a la falta de las segundas, o ayunos), y que están muy satisfechos de sí mismos, lo que podríamos llamar el Síndrome de Dios nos lo Da, Nosotros nos lo Comemos.

Y, sin embargo, Bush, que otra cosa no pero se conserva en forma, no se ha dignado hacer partícipes de su dieta a sus votantes.

Última hora: recibo un llamado de Morgan Freeman diciendo que le han ofrecido suplantar a K. A. (ya saben que en Kabul está Ben Kingsley), pero que antes se casaría con una del KKK.

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