_
_
_
_
_
Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Como pájaros disecados

El motivo pictórico de la ruina representó durante el Renacimiento la alegoría de la caída del paganismo, reemplazado por el nuevo orden cristiano. Durante el Barroco, poetas, pintores y escultores la situaron en catacumbas, cavernas o como ilustración del motivo del paraíso perdido, llegando a ser, a partir del XVII, "pintura de género", a través de las imágenes de vestigios y restos arqueológicos romanos. La Ilustración descubre una nueva perspectiva para la ruina en la arqueología; y no es hasta el Romanticismo cuando poetas y pintores la viven como la imagen del pasado distorsionado en el espejo del presente, que autores como Constable, Turner, Friedrich, Blechen o Villaamil transmiten con considerable vigor. Finalmente, el siglo XX las representa como el complejo resultado de los avances técnicos y del infortunio del poder destructor del hombre, siendo los cineastas los auténticos testigos de la más grande bacanal de todas las ambiciones, la guerra. Antoni Marí, comisario de la estetizante y apologética El esplendor de la ruina, propone en La Pedrera un paseo por la nostalgia que producen las piedras a través de las pinturas. Paisaje con ruinas romanas, de Herman Posthumus, destaca como la única pintura del siglo XVI que muestra la ruina como tema único, y en el que se reconocen monumentos magníficos, como el mausoleo de Constancio, la colina del Palatino o las grutas subterráneas que conducen a la Domus Aurea de Nerón. De las fantasías barrocas de la Antigüedad sobresalen tres préstamos del Museo Ermitage: Paisaje con sarcófago, de Thomas Blanchet; Paisaje con Cristo y centurión, de Pierre Patel El Viejo, y Travesía del río en un vado, de Boucher. Los grabados de Piranesi, Fumagali, Philippo Morghen y Gantonio Joli son exhibidos como verdaderas joyas, exentas o entre la arquitectura de bibliófilo que atesoran la Biblioteca Nacional de Madrid y la de Bellas Artes de Valencia. Lo sublime se instala en los cuadros de Bellotto, Hubert Robert -una de las mejores telas de la exposición es El Coliseo (Museo del Prado), que representa el anfiteatro romano en toda su luminosa verticalidad- y en el rarísimo Soñador de C. D. Friedrich, obras que culminan este promenade pictórico antes de llegar al collage realista con el que el realizador Andrés Hispano ilustra cómo la fotografía y el cine testimonian el afán destructor entre las civilizaciones.

EL ESPLENDOR DE LA RUINA

La Pedrera

Passeig de Gràcia, 92 Barcelona

Hasta el 30 de octubre

El esplendor de la ruina no es una gran exposición, y puede que el arte contemporáneo hubiera podido aportar algo de su frágil mirada (por no hablar de la modernidad, los objet trouvé, collages, ready mades, con todas sus rupturas formales), pero tiene algo que ayuda a que cognición y percepción no puedan desligarse. A ello contribuye su cuidado catálogo, con los excelentes ensayos de Sabine Forero-Mendoza, Marcelo Fagiolo, María Dolores Jiménez-Blanco y Ángel González, que compensan la poca ambición del conjunto.

Una visitante de la muestra 'El esplendor de la ruina' observa un cuadro de Bellotto.
Una visitante de la muestra 'El esplendor de la ruina' observa un cuadro de Bellotto.MARCEL.LÍ SÁENZ MARTÍNEZ

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_