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Una experta aboga por enseñar en la escuela habilidades sociales para prevenir el acoso

Ángela Magaz, psicóloga y directora de proyectos del grupo Albor-Cohs, defendió ayer la necesidad de que las autoridades educativas incluyan en el currículo escolar programas para enseñar a los alumnos habilidades sociales para convivir con sus compañeros, con el fin de prevenir situaciones de acoso en las aulas.

Magaz participó en San Sebastián en el curso de verano organizado por la UPV Retraimiento social y agresividad entre escolares. Y defendió la conveniencia de tratar ambos aspectos a la vez, porque, según apuntó, tanto para intervenir de una manera eficaz cuando aparecen los problemas de convivencia en las aulas como para prevenirlos es necesario hacer "un análisis del comportamiento agresivo de aquellos escolares que insultan, provocan y agreden", pero, al mismo tiempo, "de aquellos alumnos retraídos, inseguros, que suelen ser las víctimas de los agresores".

"Si hacemos este análisis, tendremos una visión global de las relaciones que puede haber en un aula" y, además, "conoceremos con detalle cuáles son los déficits y las habilidades de estos escolares para relacionarse socialmente", subrayó la psicóloga, quien parte de que la agresividad es "un comportamiento natural de los seres humanos, no un mal comportamiento".

Lo que ha de hacer cada persona es "aprender a identificar sus emociones, fundamentalmente la ira, y a responder en situaciones de frustración y en las relaciones con los demás de una forma alternativa a la agresión", apuntó. Reconoció, no obstante, que es imposible "eliminar absolutamente las agresiones, las provocaciones, los insultos". Pensar eso "sería algo ficticio".

Enseñanza "sistemática"

En cualquier caso, Magaz y su equipo posan sus ojos en el colegio y abogan por introducir en las aulas, de manera "formal y sistemática", casi a modo de una asignatura más, programas a través de los cuales los profesores tutores enseñen a los niños y a los adolescentes "a respetarse a sí mismos y a los demás y a expresar ese respeto en la convivencia cotidiana", resumió la experta.

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Existen ya algunos programas -el grupo Albor-Cohs elaboró uno hace seis años- y también centros en los que se aplican con más o menos éxito. Y es que no basta con ponerlo en marcha un curso y luego olvidarse. Es precisa la continuidad y la incorporación de estos programas a todo el sistema educativo. "Falta que las autoridades educativas elijan una herramienta, la apliquen y valoren los resultados. Si funciona, deberían mantenerla de forma sistemática. Si no, tendrían que descubrir por qué no ha funcionado y ponerle remedio", insistió la psicóloga. "Desde nuestro punto de vista, esta sería la solución y la prevención de los problemas de convivencia en las aulas. Y tendría repercusión más allá de las aulas, en los padres y en los propios educadores", apostilló.

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