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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El sabio desvarío

La escritora inglesa Anna Kavan nació en Cannes (Francia) en 1901. La llamaron Helen Emily Woods y tomó el apellido de un padre que se suicidó cuando ella tenía 13 años. En esa época la familia residía en California y decidió instalarse en Inglaterra. En 1921, y tras dos años casada con Donald Ferguson, comenzó a escribir, pero no fue hasta 1929 que publicó su primera novela. Revelaciones biográficas apuntan a que en aquel tiempo llevaba tres años consumiendo heroína. En 1930 dejó de llamarse Helen Ferguson para la escritura y comenzó a firmar como Anna Kavan: era el nombre de uno de los personajes de su novela Let me alone. Diez años más tarde legalizó ese cambio. Siendo Anna Kavan escribió sus novelas menos convencionales, registró sus experiencias y alambicó los hechos en una escritura que mostraba perplejidad y lucidez para señalar la realidad, los conflictos mentales y los sueños más inquietantes. En su vida hubo viajes, la muerte de su único hijo, dos matrimonios fracasados, intentos de suicidio, internamientos en clínicas y una dependencia de la heroína. En 1968 la hallaron con una jeringuilla en la mano pero no parece que esa sobredosis fuera la causa directa de su fallecimiento.

MI ALMA CHINA

Anna Kavan

Traducción de Laura Freixas

El Nadir. Valencia, 2005

128 páginas. 12 euros

Así, entre colapsos mentales, surgió Hielo, una novela muy especial centrada en una búsqueda en medio de un paisaje de nubes y nieve muy blancas. Y si Brian Aldiss, autor de El momento del eclipse, la señaló como sobresaliente obra de ciencia-ficción, fue Lawrence Durrell quien habló del conjunto de la obra enlazándola a Virginia Woolf o Djuna Barnes.

Mi alma en China, el texto que ahora nos ocupa, es un ejemplo singular de esa letra de Kavan decididamente encantadora e infernal al mismo tiempo. (Mi alma en China se publicó en España hace más de una década y la editorial El Nadir nos ofrece una nueva edición con la traducción al castellano que en su día hizo Laura Freixas). En las páginas de esta novela póstuma (1975) se representan varios desencuentros: el del delirio y la realidad y el del adiós amoroso de la protagonista, tanto al marido irritado, demasiado pulcro para escuchar sueños donde una mujer es un pez de "un feo color de barro", como al amante vanidoso que acota el tiempo del amor. Con claros apuntes biográficos, Anna Kavan mezcla desvarío, estupor y sabiduría, una combinación potente que hace del dolor, del suyo propio, un inteligente y lúcido texto sobre el disminuido amor y el tormentoso y agónico mundo de una soledad a la deriva. No se la pierdan.

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