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El cierre del caladero de anchoa afectaría a 20 empresas conserveras y un millar de empleos

Las compañías rechazan la parada y lamentan que nadie les haya consultado o informado

El sector conservero vasco vive con alarma el posible cierre del caladero de anchoa del Cantábrico y creen que no se puede clausurar la pesquería "sin contar con ellos". Veinte empresas conserveras vascas, cuya facturación depende entre un 30% y un 80% de la anchoa, contemplan con gran preocupación la situación, se lamentan de que nadie les haya informado o consultado al respecto y consideran que peligran algo más de mil puestos de trabajo, en un 90% ocupados por mujeres. Los conserveros creen que no existen argumentos suficientes para cerrar el caladero cantábrico, lo que tendría como primera consecuencia su expulsión del mercado para años futuros.

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Las 20 empresas conserveras vascas de campaña, que viven de las temporadas de la anchoa del Cantábrico y del bonito del norte, se encuentran en situación de alarma. Son, en su inmensa mayoría, sociedades anónimas de capital familiar y facturan durante la campaña de la anchoa unos 15 millones de euros, seis en salazón y el resto en filetados para conservas. Las empresas que se dedican a este pescado se agrupan en dos asociaciones: Nortesco y Asociación de Fabricantes de Vizcaya.

Entre las 20 conserveras se incluye una de Motriku que se dedica exclusivamente a la anchoa y es la firma que se encuentra en peor situación. El resto dependen entre un 30% y un 80% de ese pescado y, por el momento, están dedicando su labor a los túnidos y generando stocks, una actividad que no pueden prolongar en exceso en el tiempo ya que se trata de "un excedente de producción". También está la excepción empresarial, Conservas Garavilla, cuya actividad, por su dimensión internacional, se ve poco afectada por esta crisis.

En lo que va de campaña, estas firmas han comprado aproximadamente 4.000 kilos, todos ellos en el puerto de Ondarroa, y las perspectivas no son buenas. Las conserveras vascas sólo trabajan con anchoa de campaña, ya que la que se pesca el resto del año con artes pelágicas no resulta de la misma calidad, porque tiene más grasa y es más dura.

Fran Zizzo, portavoz de Nortesco, no descarta que este año alguna empresa la compre para no ser expulsada del mercado. Zizzo indica que este tipo de anchoa se compra en otras comunidades del Cantábrico, pero en Euskadi no la trabaja nadie. A las propias conserveras se les plantea el debate: "Si compras quedas mal, pero si no lo haces, te hundes".

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Cerca de mil personas, esencialmente mujeres, se pueden ver afectadas por la crisis que se le avecina al sector. La anchoa da trabajo entre cinco y seis meses, especialmente en el fileteado. "Para algunos va a ser muy jodido", señala Zizzo. "Si dejas de hacer producto y cambia el mercado te meten otro producto y es difícil volver a entrar. Alguna empresa se puede ir al garete", insiste un conservero.

Las conserveras se quedaron en 2004 con aproximadamente el 70% de todo lo pescado en la costera de la anchoa. Las fábricas tienen una especie de preferencia a la hora de elegir. Si el pez es grande, como lo fue en la anterior campaña, a las conserveras les interesa.

En cualquier caso, las compañías creen un contrasentido cerrar el caladero. "En principio, los pelágicos pescan. Puede que esté el pescado más al norte o en aguas más profundas. Lo que no se puede es cerrar la pesquería sin contar con todos los afectados", afirma Zizzo. Su queja se amplia cuando recalca que nadie les ha comunicado nada oficialmente, ni el Gobierno central, ni el vasco, ni las cofradías. "Lo sabemos por la prensa", destaca.

Esta queja se extiende también a la falta de información a los vendedores del pescado fresco. Zizzo señala que hace quince días mantuvieron una reunión, a petición propia, con el Gobierno vasco, que les contó básicamente el estado de cosas, pero no les dio una opinión concreta sobre la situación. Las industrias conserveras tienen un registro industrial, pero dependen del Departamento de Pesca.

Los conserveros han indagado si podrían beneficiarse de algún tipo de ayuda, como los pescadores, y la respuesta ha sido negativa. "Para conserveras no hay ningún tipo de ayudas ni en España ni en Europa", indica un empresario del sector. Tras contactar con Empleo se les ha informado de que la única vía posible es la aprobación de un expediente de regulación, pero que también está muy "negro".

Esta situación lleva a las empresas a pensar que lo que más se va a resentir es el precio y que el producto que llegue al mercado doblará posiblemente su valor. "Vamos a ver este año una subida monumental del producto final", dicen.

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