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EL FIN DE UN PAPADO | El despliegue en Roma

Tristeza y silencio en las regionales italianas

Andrea Rizzi

En una jornada inevitablemente marcada por la muerte de Juan Pablo II, los ciudadanos italianos acudieron ayer a las urnas para elegir a sus representantes en 13 regiones, dos provincias y 367 ayuntamientos. La escasa participación ciudadana y la limitada atención de los medios informativos caracterizaron el último voto con relevancia nacional antes de las generales de 2006. La cita electoral se cerrará hoy a las tres de la tarde.

El silencio que reinaba ayer en la escuela Ludovico Ariosto de Roma, uno de los 50.114 habilitados como colegio electoral, era el símbolo de unas elecciones dejadas en la sombra por la muerte del Papa. Desde la entrada principal del inmueble se veía la cúpula de San Pedro, a unos cientos de metros. Los electores entraban, recorrían los pasillos y votaban en un clima levemente irreal. Pocos, menos que en las elecciones anteriores, en 2000. Sólo el 41,1% de los 41 millones de ciudadanos llamados a las urnas había votado ayer a las 19.00, 13 puntos menos que en 2000. Una cifra significativa, aunque hace cinco años sólo hubo un día de voto. Esta vez, las urnas quedarán abiertas hasta las tres de la tarde de hoy.

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Algunos electores reconocían que casi se les había olvidado ir a votar porque tenían la cabeza en otro sitio. Otros comentaban que hubiera sido mejor aplazar el voto. Un rumor éste que se había difundido en los días pasados hasta requerir la intervención del ministro del Interior, Giusseppe Pisanu, para confirmar que se mantenía la cita electoral.

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Sobre la firma

Andrea Rizzi
Corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS y autor de una columna dedicada a cuestiones europeas que se publica los sábados. Anteriormente fue redactor jefe de Internacional y subdirector de Opinión del diario. Es licenciado en Derecho (La Sapienza, Roma) máster en Periodismo (UAM/EL PAÍS, Madrid) y en Derecho de la UE (IEE/ULB, Bruselas).

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