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Javier García Sánchez novela en 'Ella, Drácula' la vida de Erzsébet Báthory, la condesa sangrienta

Durante 20 años, el escritor Javier García Sánchez (Barcelona, 1955) ha convivido con un personaje siniestro, la encarnación "del mal en estado puro": la húngara Erzsébet Báthory (1560-1614), condesa de Transilvania, también conocida como la condesa sangrienta. A lo largo de dos décadas ha ido contando a sus amigos detalles sobre la crueldad de esta hermosa y refinada dama, emparentada con las mejores familias de su país, que torturó y asesinó a más de 700 mujeres jóvenes. Por fin ha encontrado la voz y la energía para narrar su historia en un libro, Ella, Drácula, publicado por Planeta. Y al hacerlo, dice, "me he sacado de encima un fantasma".

"No me atrevía a enfrentarme con el personaje". Ésta es la razón que el autor esgrime para explicar por qué ha ido dilatando la novela durante tanto tiempo. Sin duda, sumergirse en la macabra existencia de la mayor asesina en serie de la historia no debía de ser una agradable tarea. "Me enfrento al mal cara a cara, como una forma de conocimiento superior, como una filosofía en sí misma, a un mal que no admite crítica, ni dialéctica, sin estructura, perfecto en sí mismo y con su propia poética", reflexiona. Y el vértigo que le ha producido el envite es también la razón, según cree, de que la memoria de la peligrosa dama haya permanecido en la penumbra (aunque el buscador de Internet Google ofrece 4.240 entradas con su nombre). Hubo intentos por rescatarla, y de ello quedan testimonios como la biografía escrita por Valentine Penrose; otros proyectos se abortaron por el camino, como el de Marguerite Yourcenar y, más recientemente, García Sánchez supo del interés de la actriz francesa Julie Delphy, que preparaba un guión para llevar al cine la historia.

El escritor describe a Erzsébet Báthory como a una mujer muy inteligente, educada con el mayor refinamiento, pero que mostró desde la infancia un absoluto deleite por el dolor ajeno. Ella, Drácula, está narrada con la voz de un personaje inventado, un sacerdote que de niño formó parte de la corte de la condesa, hijo de una de sus lavanderas. García Sánchez se parapeta tras la figura de este narrador para intentar conocer las razones del pérfido comportamiento de la protagonista y exponerlas al lector, dándole herramientas para que juzgue por sí mismo.

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