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Tribuna:CIRCUITO CIENTÍFICO
Tribuna
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La física, ¿una ciencia en peligro?

Como muchos lectores de esta sección probablemente ya conocen, la Unesco declaró 2005 como Año Internacional de la Física y muchos países e instituciones se disponen a celebrar el acontecimiento con múltiples actividades. Cuando supe de esta iniciativa hace algunos años, me produjo sentimientos contrapuestos. Por un lado, siempre es positivo aprovechar el año para dar a conocer las bondades de la física, que son muchas, para la sociedad. Pero, por otro lado, algo me hacía estar en cierta forma incómodo conforme se acercaba el año de la celebración.

Mi sensación, quizá equivocada, es que aquellos asuntos a los que diferentes organismos internacionales acuerdan dedicar un año suelen estar en peligro de algo, o al menos necesitan cierta ayuda, que se supone será mayor en el marco del año en cuestión. Recuerdo, como ejemplo relativamente reciente, el Año Internacional del Medio Ambiente, obviamente permanentemente amenazado, y que requeriría que los años se le dedicaran uno tras otro.

¿Declarar este año 2005 como el Año de la Física indica que ésta es una ciencia en serio peligro? ¿Somos, por tanto, los físicos una especie en peligro de extinción? Existen indicios de que las respuestas a estas preguntas podrían ser positivas, al menos en parte. Quizá el más preocupante, en mi opinión, es el número cada vez más bajo de estudiantes de física que tenemos en nuestras universidades (y también en muchos otros países). Cuando yo era estudiante hace unos veinticinco años, lo normal en muchas universidades en el primer curso de Física eran unos 200 o 300 estudiantes. Hoy en mi universidad son unos veinticinco y son pocas en las que el número de estudiantes supera los 50. Esta falta de estudiantes, algo, por otro lado, compartido con otras ciencias, de continuar así podría provocar a medio plazo un estrangulamiento de la actividad en física.

Otro indicador negativo es la frecuencia con la que se suele oír o leer que, si bien la física fue la ciencia por antonomasia del siglo pasado, las ciencias de vida (biociencias) lo serán en este siglo. Esto puede estar en relación con una pérdida de influencia de la física, y de los físicos, en la sociedad e incluso en la política científica, donde en años atrás era normal que ocuparan puestos de decisión.

Como un simple botón de muestra en España, entre los proponentes del llamado Pacto de Estado por la Ciencia no había, que yo sepa, ningún físico. Además, empieza a ser normal que la gente asocie ciencia con biociencia, aunque lo más preocupante es que algunos biocientíficos también lo hagan, induciendo a peligrosas simplificaciones, en algunos casos interesadas.

A pesar de todo lo anterior, yo personalmente soy optimista (salvo quizá en el tema de la falta de vocaciones estudiantiles). La física seguirá siendo muy importante y está lejos de ser la ciencia terminada que algunos agoreros pronostican. Continuará como una de las ciencias centrales de este siglo, aunque ya no sólo por sí misma, sino por lo que de ella necesitarán otras disciplinas.

En España en particular, la física goza de buena salud. Su impacto es significativamente superior a casi todas las demás ciencias según las mediciones bibliométricas. La generación actual de físicos españoles en activo es la mejor de nuestra historia en cantidad, calidad y diversidad. Creo que tenemos motivos para disfrutar con un sensato optimismo de los eventos y celebraciones de este año. Aunque también se debería aprovechar para la autocrítica, para fomentar la experimentación y la transferencia de resultados a la sociedad, para eliminar algunos comportamientos colectivos de rancio elitismo y, sobre todo, para recuperar el sex-appeal de la física que atraiga a los mejores estudiantes. Si todo va bien, quizá no necesitemos otro Año de la Física hasta el año 2105.

Pablo Artal es catedrático de Óptica en la Universidad de Murcia y gestor del Plan Nacional de Física.

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