Conmovedor

William Christie es un caso aparte. A su condición de director de orquesta y clavecinista, une su pasión por la formación de jóvenes artistas. Con su proyecto El jardín de las voces en 2002 dejó conmocionada a media Europa. Partía de la experiencia de su Academia en Caen y culminaba en una gira con fragmentos semiescenificados de diferentes autores, todos ellos con una sutileza estilística ejemplar. En Lyon ha ido ahora aún mas allá, con una ópera completa -La coronación de Popea, de Monteverdi-, dirigida magistralmente desde el punto de vista teatral por Bernard Sobel, del Théâtre de Genevilliers, con la colaboración impagable de Lucio Fanti en la escenografía y Aj Weissbard en las luces. Los cantantes se transfiguraron a las órdenes de Christie y Sobel, comenzando por la guapísima Danielle de Niese, como Popea, y acabando por los españoles Soledad Cardoso y Xavier Sabata. Qué capacidad de entusiasmo transmite el director estadounidense instalado en Francia. La orquesta de Les Arts Florissants estuvo primorosa. En el detalle más insignificante y en la creación de un clima emocional. Christie, desde el clavicémbalo, dirigió con una precisión nada reñida con el alcance poético. Y así, como en El retorno de Ulises a la patria, de Monteverdi hace unos años en Aix-en-Provence, o como en Hércules, de Händel en París el mes pasado, el éxito fue apoteósico. Con mucha, muchísima gente joven en la sala. Un genio anda suelto, se decía en los corrillos, aludiendo a la magia especial que transmite Christie. Lyon fue una vez más una fiesta de la sensibilidad en su única ópera italiana de la temporada.