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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una noche de noventa años

Cuando J. B. Priestley estrenó La herida del tiempo (Time and the Conways) en 1937, las teorías de John William Dunne y de Piotr Demianovich Ouspensky habían adquirido cierta notoriedad. Dunne intentó demostrar empíricamente el fenómeno de la premonición, y explicó los resultados de su experimento en el libro An Experiment with Time (1927), considerado por Priestley "el más fascinante y quizá el más importante de su época". En La herida del tiempo, Priestley retrata el devenir de una familia británica de clase acomodada, durante el periodo de entreguerras. En el primer acto, la señora Conway y sus seis hijos festejan el vigésimo cumpleaños de Kay, la hermana con ambiciones literarias, seguros de su porvenir. Dieciocho años después, en el segundo acto, todas sus ilusiones se han roto. En el tercero, continúa la fiesta del principio, pero ya no tan alegre y despreocupada: se ha instalado en Kay el presentimiento de que cada paso que da su familia conduce al desastre, como si ella hubiera estado mirando, junto al público, a través del velo que separa presente y porvenir. Ouspensky (1878-1947), filósofo, matemático y místico, sostenía que todos los tiempos de una vida coexisten en un espacio cuatridimensional, fuera del alcance de nuestros sentidos: el futuro está ahí, pero no lo vemos. Salvo cuando tenemos una premonición. Estas ideas calaron con rapidez en el imaginario colectivo de la época. En 1908, Leonid Andreev estrenó en el Teatro de Arte de Moscú Vida de hombre, drama simbolista donde la vida del ser humano, del nacimiento a la muerte, se presenta como una repetición desesperanzada de hechos sabidos y siempre iguales, vigilados, desde una esquina oscura, por una presencia invisible. En 1931, con 34 años, Thornton Wilder escribió La larga cena de Navidad, una pieza rara dentro del teatro estadounidense de su tiempo. Su protagonista es una familia reunida para celebrar la Nochebuena. Genoveva Vander cena y conversa con sus hijos, Roberto y Lucía, pero, a los cuatro minutos, cuando el primo Lucas entra, el espectador se da cuenta de que han transcurrido seis años desde que se sentaron a la mesa. Con igual rapidez transcurre el tiempo durante el resto de la representación: en apenas cincuenta minutos transcurren noventa nochebuenas. Unos personajes dan a luz, mueren otros, y los que fueron niños crecen y dan a luz sin abandonar la mesa.

La larga cena de Navidad su-

cede en un comedor con tres puertas: las del hall de la casa, el nacimiento y la muerte. Juan Pastor, director del montaje que se representa en Guindalera Escena Abierta, una de las muchas salas pequeñas abiertas en Madrid en los dos últimos años, conoció la obra a través de William Layton, su maestro, amigo de Thornton Wilder. "Vino al estreno de Mi madre decía que yo no debía, donde Charlotte Keatley reflexiona sobre el paso del tiempo, y me dijo que debía montar la pieza de Wilder", explica su director. "Layton murió a los dos meses. Busqué la obra, no encontré versión en castellano y, como me fascinó, la traduje". Los protagonistas de La larga cena de Navidad hacen planes, prosperan y envejecen a una velocidad endiablada. Y sus hijos recorren el mismo camino con igual rapidez: no ha acabado Roberto de decir que vivirá hasta los noventa años, cuando la muerte se lo lleva. "La primera generación celebra la Nochebuena como un ritual integrado en su vida. La segunda perpetúa el ritual sin tener ese sentimiento profundo de su significado y la tercera se abre en desbandada", dice Juan Pastor, que este año puso en escena El tiempo y los Conway. "Hemos situado a los personajes en la memoria, los hemos acercado a nuestros abuelos. Aparecen ante el público como recuerdos: con algún gesto muy marcado y rasgos difuminados".

Wilder también escribió sobre el destino en Nuestro pueblo y en El puente de San Luis Rey, novela adaptada por Irina Brook para el Théâtre de Vidy-Lausanne. En 1961, Wilder convirtió La larga cena de Navidad en libreto operístico.

La larga cena de Navidad. Madrid. Guindalera Escena Abierta. Hasta el 8 de enero de 2005.

Imagen del montaje 'La larga cena de Navidad'.
Imagen del montaje 'La larga cena de Navidad'.BERNARDO PÉREZ

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