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Crítica:CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Pasando el listón

Como tantas cosas en la vida, este fin de semana de la ONE tenía un aspecto bueno y otro malo. El bueno, que daban la Décima de Mahler en la versión interpretable preparada por Dereck Cooke. El malo -no para el aficionado, pero sí para la orquesta por lo que suponía de comparación-, que el viernes ofrecía la misma obra, en el Ciclo Complutense, la Orquesta de la SWR de Baden-Baden y Friburgo, dirigida por Michael Gielen. La versión de los alemanes fue literalmente inolvidable, un Mahler en estado puro, con un sonido auténticamente marca de la casa, con un planteamiento por parte de Gielen de una admirable claridad, dejando que la emoción fluyera de la propia música, no se forzara en modo alguno. Toda una lección de cómo el análisis puede llevar a la comprensión plena de una partitura y sus circunstancias. Tal fue el éxito que el maestro hubo de salir a saludar ya con el escenario vacío.

Orquesta Nacional de España

Josep Pons, director. Mahler-Cooke: Sinfonía nº 10. Auditorio Nacional, Madrid, 11 de diciembre.

Con esa impresión fuimos algunos a escuchar a la ONE. De entrada, hay diferencia de calidad entre las dos formaciones y el sabio Gielen es más viejo que Pons. Bueno pues, con todo, la Décima que oímos tuvo enjundia y corazón, y las dos cosas salieron de un buen trabajo técnico y de un concepto inteligente. No se le puede pedir a nuestras cuerdas la calidad de las alemanas -aunque las violas se defendieron con atención y entereza- ni que los clarinetes suenen con su aspereza inequívocamente mahleriana, pero flauta, concertino, fagot, trompeta y bombo estuvieron a la altura de la ocasión.

El muy estimable resultado tuvo como artífice a un Pons que ama sin duda la obra, que la comprende como un todo cohesionado y sólido en el que no hay traición a los deseos de Mahler sino un amor profundo por su música. Si al cuidado puesto en el Adagio le faltó un punto de intensidad -la preparación del clímax, por ejemplo-, los dos Scherzi se expusieron estupendamente y todo confluyó en un Finale hermoso y emocionante, con los golpes de bombo ominosos, terribles, acongojantes. Dignísima versión en la que una ONE entregada dio el máximo.

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