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Reportaje:

Salir o no salir de Irak

La participación de las tropas australianas en la guerra y la doctrina del ataque preventivo marcan la campaña electoral en Australia

El antiguo barrio portuario de Melbourne, la segunda ciudad de Australia, ha cambiado sus casuchas por espléndidas viviendas y las naves y almacenes por edificios de lujosos apartamentos. Sus habitantes ya no son ni marineros ni obreros, sino comerciantes y profesionales, pero el barrio sigue siendo un bastión del Partido Laborista. Michael Danby se presenta a su tercera reelección por esa circunscripción -una de las 37 de Melbourne- y, mientras mostraba la zona a esta enviada especial, se acercó a felicitarle un joven que se identificó como "soldado del Segundo Comando" (las tropas de élite australianas). "Me destinaron a Irak durante la guerra. Maté a muchos iraquíes, gracias por su promesa de retirar las tropas", dijo en referencia al compromiso de los laboristas australianos de que si ganan las elecciones del sábado las tropas "volverán a casa por Navidad".

La oposición critica que el ataque a Irak no se realizó de acuerdo a las leyes
Voces laboristas piden el atraso del regreso del contingente hasta los comicios iraquíes

Con 3,5 millones de habitantes de más de 100 nacionalidades distintas, aunque mayoritariamente europeas, Melbourne -capital del Estado de Victoria- es considerada la ciudad más cosmopolita, educada y multicultural de Australia. En los espejos de los rascacielos de su corazón financiero se reflejan los puntiagudos tejados de las torres de iglesias anglicanas, evangelistas y católicas levantadas durante los años de la fiebre del oro, descubierto en 1851 en las vecinas montañas Azules. "Esto no es como Nueva York, donde se mezcla todo para que salga el estadounidense. Nosotros hacemos un gran esfuerzo para que las distintas culturas convivan en armonía", sostiene Telmo Languiller, nacido en Uruguay y actual diputado del Parlamento de Victoria, uno de los seis Estados de Australia.

El senador Robert Ray, un peso pesado del laborismo que ocupó distintas carteras hasta que los conservadores se hicieron con el Gobierno en 1996, asistió el domingo en apoyo de Danby al mitin electoral, que el candidato federal celebró en un pequeño salón de su barrio. Entre los asistentes había también una pareja de ancianos judíos, oriundos de Alemania, que dirigieron un comité de ayuda a los republicanos españoles durante la guerra. Ray destacó que "el mundo no es más seguro desde la invasión de Irak".

A sólo cuatro días de las elecciones, nadie se atreve a vaticinar quién será el ganador si John Howard, que a sus 65 años y al frente de la coalición liberal-nacional se presenta para un cuarto mandato, o Mark Latham, de 43 años, el hombre que en apenas nueve meses ha insuflado vitalidad a un Partido Laborista que languidecía en medio de la bonanza económica de estos años. Quienes conocen a Latham, un hombre salido de los barrios obreros de Sidney, la primera ciudad de Australia, dicen que no le gusta perder, y esta campaña electoral es un ejemplo de la misma lucha titánica con que combatió años atrás un cáncer genital. Pasa el día viajando de una circunscripción a otra del país, cuyo territorio tiene 15 veces el tamaño de España.

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Cuando Mark Latham se convirtió en líder de la oposición laborista, prometió la retirada de los 850 soldados australianos que aún quedan en Irak, pero las presiones son tremendas y, desde las mismas filas laboristas, hay quien le pide que mantenga parte del contingente hasta la celebración de las elecciones iraquíes, previstas para enero.

Ray, miembro del Comité de Inteligencia del Senado y uno de los laboristas más pronorteamericanos, sólo se declaró a favor de que "vuelvan por Navidad" los soldados australianos destinados en el Comando Central de las Fuerzas Aliadas en Bagdad. Pero contrario al regreso de los destacados en fragatas en el golfo Pérsico -"las fragatas llevan en la zona desde 1991"-, ni del casi centenar que protege la Embajada en Bagdad, ni de los que entrenan a la infantería iraquí en Suleimaniya.

Para Ray, el problema es que la invasión de Irak "ni hizo el mundo más seguro, ni contribuyó a la lucha antiterrorista, sino que por el contrario distrajo del objetivo principal". Considera, por tanto, que "el trabajo emprendido en Afganistán no se terminó". En cuanto a los ataques preventivos, el senador se muestra cauteloso. "Los ataques deben realizarse de acuerdo a las leyes internacionales, algo que no se hizo en Irak", señala al comentar las declaraciones del actual primer ministro australiano, John Howard, a favor de atacar a los terroristas donde se encuentren si el Gobierno del país en el que estén "no hace los esfuerzos suficientes".

Por el contrario, su colega de las filas liberales, Chris Pearce, presidente del Grupo Parlamentario de Australia-España creado para impulsar las relaciones interparlamentarias y culturales entre ambos países, sostiene su apoyo total a la política del primer ministro, que se basa en "defender en primer lugar los intereses de los australianos". No contesta, sin embargo, cuando se le pregunta si está de acuerdo también con que España o Francia realicen ataques preventivos en defensa de los intereses de sus pueblos.

El primer ministro australiano, John Howard, durante una conferencia de prensa ayer en Brisbane.
El primer ministro australiano, John Howard, durante una conferencia de prensa ayer en Brisbane.EFE

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