_
_
_
_
_
Reportaje:MUJERES

Machismo en la City

Los cargos apenas sorprenden a nadie. Particularmente a las mujeres. Roces corporales, humillación frente a los colegas, salario inferior al de los varones en posición de igual responsabilidad, despido improcedente. Pero la acción legal de la ejecutiva de 42 años Stephanie Villalba contra el banco Merrill Lynch, que se disputa estos días ante el Tribunal Laboral de Croydon, al sur de Londres, es un hito aparte en el cerrado mundo de las finanzas. Podría ser el golpe que acabe con la cultura machista de la City londinense.

Los pleitos laborales por discriminación sexual no son novedad en el Reino Unido. Con la legislación vigente desde 1986, crecen cada año hasta alcanzar los 10.000 casos en abril de 2003 y más de 17.000 doce meses después. Pero hay excepcionalidades en la querella de Stephanie Villalba, licenciada de Harvard y, hasta julio de 2004, vicepresidenta primera y responsable de banca privada para Europa en el grupo financiero estadounidense Merrill Lynch. Es la primera vez que una mujer en una posición ejecutiva de tan elevado rango se enfrenta en Londres a sus antiguos jefes. El monto de su reclamación, en torno a los 11 millones de euros, tampoco tiene precedentes en las disputas laborales del país.

En su último año en Merrill Lynch, Villalba cobró 825.000 euros, aunque, según declaró en el juicio, tres varones de su mismo rango cobraron 1,2 millones
Más información
El IBEX-35 es de los hombres

De ganar el caso, Villalba romperá probablemente el umbral de indemnizaciones impuestas hasta la fecha por discriminación en función del sexo. Actualmente lo ostenta una analista financiera, Julie Bower, a quien la entidad Schroder Securities pagó unos dos millones de euros hace dos años. Independientemente del resultado de la acción, que transcurre estos días en Croydon, un barrio del extrarradio de Londres, dominado por torres de cemento y viviendas sociales sin el brillo de los rascacielos de la City, Villalba ha sentado ejemplo con su valor y determinación por llegar al fondo de la verdad en torno a su despido, en julio de 2003.

Acción legal para ricas

"Este tipo de casos, con cifras tan enormes, tiende a resolverse en privado e incluso a no plantearse. Supone el fin de la carrera profesional de la demandante. Todos sabemos que la discriminación existe y hay una posibilidad muy alta de que Stephanie nunca más pueda volver a trabajar en la City", señala uno de sus abogados en la firma Lewis Silkin. Los altos costes de la acción legal, por encima de los 750.000 euros para cada parte enfrentada en este caso, retraerán la iniciativa de otras mujeres.

Un estudio de la comisión Igualdad de Oportunidades indica que, en el barrio financiero de Londres, las mujeres cobran un 43% menos que los hombres. En su último año en Merrill Lynch, Villalba llevó a casa un salario global en torno a 825.000 euros, aunque, según argumentó en el juicio, tres varones de su mismo rango cobraron 1,2 millones de euros. Pese al desnivel salarial, su caso deja constancia de la presencia de las mujeres en puestos de máxima responsabilidad y excelente remuneración.

Stephanie Villalba nació en Estados Unidos hace 42 años, y se considera "mitad española, mitad americana". Licenciada por Harvard, domina cinco idiomas y procede de "una familia de Merrill Lynch". Su padre, Jerónimo, trabajó 40 años en la entidad en la división de banca privada. Su hermano aún trabaja en las oficinas de Nueva York. Y una hermana lo hizo durante cinco años. Ella siguió los pasos paternos "como si se tratara de una vocación" y entró en Merrill al concluir la licenciatura, en 1985. "Pronto me di cuenta de que para progresar en el banco debía ignorar cualquier acto discriminatorio y enfocarme en obtener resultados brillantes", rememora. Subió escalafones y, para 2001, la jerarquía de Merrill la consideraba "una más de un puñado de empleados excepcionales". La última promoción, un año después, se tornó agria.

Ante el tribunal, Villalba denunció al banco por "sexismo institucional" y alegó que su jefe inmediato en Londres, Ausaf Abbas, la "intimidó y denigró" desde el primer día de trabajo conjunto. "Tenía dificultad para aceptar o respetar a una mujer en una posición tan alta", sostuvo su abogada. Entre los abusos sufridos, la demandante recordó un vuelo en un avión privado en el que Abbas le exigió que sirviera bebidas al resto de los ejecutivos.

Merrill se juega su prestigio en Croydon y asume el caso como un pulso personal contra la firma y, en particular, contra Abbas, "un gestor muy respetado que lleva 20 años con nosotros con un actuación excepcional". Ataca el estilo y dotes de mando de Villalba, su limitada disponibilidad por motivos familiares, su negativa a viajar a España, entre otros países, y justifica el despido en el fracaso de su gestión al frente de la división de banca privada. "Encomendamos a Stephanie un departamento clave dentro de la firma y no triunfó. Su división estaba perdiendo un millón de dólares a la semana", alega uno de sus superiores, Raymundo Yu.

El banco presentará un total de 22 testigos para incidir en su argumento de que el despido de la joven ejecutiva "nada tiene que ver con el sexo". Como aval cuenta con Kimberly Palmer, la mujer que sustituyó a Villalba, y, entre otros, con Juan Carlos Crespo, de la oficina de Merrill en España, con cuya declaración, prevista en un par de semanas, concluirá la vista oral.

Residencia en Belgravia

Casada con un banquero italiano, Alessandro Ciravegna, y madre de tres hijos en edad escolar, Villalba podría haber aceptado la oferta de "relegación" propuesta por sus superiores y dedicar al banco otros "quince años" de "sacrificios familiares". El matrimonio vive en una casa de Belgravia, uno de los barrios más lujosos de Londres, en un edificio valorado por encima de los seis millones de euros. Pero plantó cara a Merrill Lynch. Con su melena rubia, temple sereno y sonriendo con frecuencia, acude al tribunal de Croydon a escuchar las declaraciones, muchas de tono vejatorio, de sus antiguos compañeros. Su coraje puede servir de ejemplo a otras mujeres y ayudar a alterar actitudes y comportamientos en el universo mayoritariamente masculino de la City de Londres.

Stephanie Villalba, en la puerta del tribunal de Croydon, Londres, que juzga su caso.
Stephanie Villalba, en la puerta del tribunal de Croydon, Londres, que juzga su caso.AP

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_