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El disputado voto electrónico

Una decena de empresas intenta arrebatarle a Indra la organización de unos comicios, por primera vez desde 1978, en el referéndum europeo del próximo marzo

En marzo de 2005, los españoles decidirán por referéndum si aprueban o no la nueva Constitución europea. Será una votación especial, por dos motivos. En primer lugar, y si se cumple lo prometido por el presidente Zapatero en agosto, la votación se realizará por medios electrónicos, por primera vez en la historia electoral. Además, también puede ser el primer comicio que no lo organice Indra, que ha participado en todos ellos desde 1978. Una decena de empresas espera la oportunidad de oro de arrebatarle a Indra la organización de este primer referéndum electrónico vinculante.

Algunas de las empresas más experimentadas del mundo en este negocio son, de hecho, españolas. Compañías como Odec o Scytl llevan casi diez años trabajando en este mercado, y sus sistemas se han utilizado en votaciones piloto como las realizadas en los comicios catalanes de 1995 y 2003. Además de estas empresas especializadas, el negocio de la votación electrónica ha atraído también la atención de las grandes compañías de tecnologías de la información. Telefónica, Accenture, Intel, Sun, HP u Oracle son algunas de las empresa que han participado en las votaciones piloto que se han realizado hasta ahora en España.

Es un mercado incipiente, en todo caso. Una estimación de la revista Forbes asegura que moverá entre 1.500 y 2.000 millones de dólares en los próximos tres años, con un crecimiento anual que oscilará entre el 4% y el 5%. Las compañías reconocen que es aún un negocio muy pequeño, que requiere enormes inversiones en I+D, pero creen que su proyección es enorme ya que, a medio o largo plazo, los sistemas de votación electrónica se utilizarán en todo tipo de comicios, desde los políticos de cualquier nivel, pasando por las asociaciones, universidades o clubes de fútbol, hasta las de las juntas de accionistas, que es el negocio más rentable, por ahora.

Estas empresas tendrán que evitar, en todo caso, los problemas asociados a estas votaciones si quieren evitar el caos en el que está sumido el sistema en Estados Unidos. El 30% de su electorado votará a su presidente en noviembre por medios electrónicos, pero diversas votaciones celebradas ya han revelado fallos en el software y hasta pérdida de votos.

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