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TIROS LIBRES | Atenas 2004 | BALONCESTO: ESTADOS UNIDOS, FUERA DE LA FINAL
Columna
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El futuro es nuestro

Decía Pau Gasol que consolarse es de tontos. No le falta razón, más que nada porque no hay consuelo posible cuando el destino te trata tan mal. Se habla mucho del paso del tiempo como única receta, pero como todas las cosas que no tienen remedio, el recuerdo de lo que esperamos sea la mayor decepción de sus carreras no desaparecerá nunca. A España le apartaron de su sueño, compartido por millones de seguidores, un sistema dudoso y el estar en el sitio equivocado en el momento inoportuno. Lo normal hubiese sido tener como rival en ese día clave a Puerto Rico, Grecia o Australia. Lo comprensible hubiese sido que un equipo que llevaba 21 de 89 en triples no lo convirtiese en un 12 de 22 durante 40 minutos. O que un jugador como Marbury, con una penosa media de cuatro puntos por encuentro, no se fuese hasta los 31 y batiese el récord de anotación de un estadounidense con su selección. Por no hablar de los árbitros, que sin ser causa directa de la derrota -no seamos casposos echando la culpa al empedrado-, tampoco hubiese estado de más una mayor rigidez con la defensa americana en el último cuarto. No son excusas, sino datos que confirman que en cuestiones relacionadas con la necesaria fortuna que se debe tener para lograr grandes objetivos, a España se le negó todo.

Ahora bien, que las lágrimas no impidan ver con claridad lo logrado, que no es poco ni accesorio. España ha confirmado sobradamente muchas cualidades que de mantenerlas deben dar más frutos. Ha enamorado y emocionado y eso no sólo se consigue con victorias, sino con estilo, descaro, dedicación, humildad y trabajo honesto. El baloncesto ha recuperado su orgullo, su consideración de deporte masivo y atractivo espectáculo. Estos son valores que una medalla perdida no puede nublar. Pero sería ponerse la venda en los ojos no reparar en alguna carencia. Faltó otro base que completase el excelente trabajo de Calderón, un tirador de garantías, una mayor madurez de jugadores como Rudy que, haciendo cosas muy esperanzadoras, pecó de inexperiencia en momentos puntuales y algún que otro fallo técnico-táctico como el empecinamiento con una zona que permitió demasiados tiros claros a Marbury y compañía o el no haber encontrado unos minutitos para dar descanso a Gasol.

Hay motivos para la decepción pero también para la esperanza. Sobre todo si observamos los DNI de Gasol, Navarro, Calderón, Garbajosa, Reyes, Rudy o el ausente Raúl López. Con medalla o sin ella los éxitos nos esperan a la vuelta de la esquina. Que no ocurra como con la selección de Los Ángeles, que tocó el cielo con un equipo de 25 años de media y todos sus componentes nos retiramos sin nada más que llevarnos al historial. El futuro es y debe ser nuestro.

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