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Columna
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La mirada

Color del sur es el título de una exposición de fotografías que presenta la Fundación Unicaja en el Convento de Santa Inés de Sevilla sobre los trabajos de Carlos Pérez Siquier durante los años setenta y ochenta. Siento haberla visitado tan tarde porque se clausura el día 7 de agosto y merece la pena disfrutarla aunque sea a costa de sufrir este calor que no es verdad que sea el mismo de siempre que olvidamos cada año, sino bastante peor. Antes de verla conviene conocer lo que el autor dice al principio del catálogo: "Siempre me agrada fotografiar a cámara limpia, sin accesorios ni artificios posteriores, y el mejor halago que puedo recibir es cuando, al ver mis fotografías, piensan que he traicionado estos principios". Se comprende que tenga que explicarlo porque es muy difícil conseguir esa mirada tan sutil y tan fuerte al mismo tiempo, tan certera, tan real y tan contundente.

Frecuentemente, o, mejor dicho, casi siempre vamos andando por la calle, o por cualquier otro lugar, absortos en nuestros problemas, con prisa o charlando con quien tengamos al lado; pero, en cualquier caso, sin hacer caso de lo que vemos ni de lo que oímos: sordos y ciegos a lo que ocurre a nuestro alrededor. Supongo que es inevitable en esta sociedad vertiginosa en la que nos parece que vivimos siempre faltos de tiempo. El caso es que estamos tan acostumbrados a no ver ni oír que incluso cuando llegamos a las vacaciones tardamos unos días en serenarnos lo suficiente como para ser capaces de distinguir los nuevos sonidos y ruidos, de apreciar o nombrar los colores y los paisajes diferentes de los habituales. Por eso es que al ver exposiciones como ésta se comprende que nos estamos perdiendo un buen trozo de vida. Y además que es posible que no tenga remedio.

Afortunadamente hay quien dedica mucho tiempo a mirar; y cuando lo que ven es tan impactante como lo que enseña el autor de esta exposición, habría que llevar allí a los alumnos de los colegios, a los estudiantes y a quienes viajan con una cámara fotográfica para que aprendan lo que es mirar y seleccionar con la mirada. Además, disfrutarían el placer de descubrir la belleza que puede encerrar un fragmento o que puede esconder cualquier rincón; sobre todo si está visto a través de la sabia mirada de un artista como Pérez Siquier.

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