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GEOLOGÍA

El Ediacárico, nuevo periodo geológico, es el primero que se nombra en más de un siglo

La historia de la Tierra ya tiene un nuevo periodo oficial: el Ediacárico, hace entre 600 y 542 millones de años y caracterizado por la aparición de unos seres tan sorprendentes que los paleontólogos aún no saben si fueron un experimento evolutivo que no siguió o si dieron lugar a otros organismos. El hecho tiene importancia porque, aunque se venía usando hace tiempo el término para referirse a los fósiles de ese periodo, no había aún una denominación oficial. Y hacía 120 años que la Unión Internacional de Ciencias Geológicas (IUGS) no nombraba un nuevo período. Además, significa bucear muy hondo en el pasado remoto del planeta.

"Por fin comienza a verse un poco de luz en el Precámbrico y empiezan a ordenarse las cosas", señala Juan Carlos Gutiérrez Marco, director del Instituto de Geología Económica (CSIC-UCM) y vicepresidente de la subcomisión internacional de estratigrafía del Ordovícico.

Los demás períodos del Precámbrico aún deben nombrarse y delimitarse oficialmente, una tarea que lleva muchos años de trabajo. En el Ediacárico ha trabajado durante 15 años un grupo formado específicamente dentro de la Comisión Internacional de Estratigrafía de la IUGS. Ahora esta comisión ha acordado por votación el nombre. El último paso para el bautizo oficial del Ediacárico es que la IUGS lo ratifique durante su próximo congreso cuatrienal, el próximo agosto en Florencia.

El límite superior del Ediacárico estaba ya claro: hace frontera con el Cámbrico, un período de enorme creatividad evolutiva en el que aparecen en el registro fósil casi todos los filum de los animales actuales -la llamada explosión del Cámbrico-. Lo que se ha hecho ahora es fijar el límite inferior definiendo un estratotipo de límite, que es un "límite convencional que coincide con una línea de tiempo materializada en las rocas, reconocible y correlacionable con criterios geológicos de todo tipo y alcance global", explica Gutiérrez Marco. Un criterio habitual es la presencia de fósiles comunes a todo el planeta.

El estratotipo de límite del Ediacárico toma su nombre de las colinas de Ediacara, en la cadena montañosa Flinders en el sur de Australia. La IUGS lo marcará, como es costumbre, colocando un cartel y un clavo dorado -punto geológico de referencia internacional-, en la garganta de Enorama, en Flinders, donde se encontró en 1946 un yacimiento con la llamada fauna de Ediacara. Pero la elección de esta localidad ha sido polémica. También hay buenos yacimientos con fósiles ediacarienses en Avalon (Terranova, Canadá); Nama (Namibia) o en la plataforma rusa.Los rusos, que bautizaron Véndico al Ediacárico, reivindicaban ese nombre, que es el que se ha usado en España hasta ahora. Mikhail Fedonkin, experto en este período del Instituto de Paleontología de la Academia Rusa de Ciencias, ya ha declarado que se ha escogido "el peor" de los sitios.

La fauna de Ediacara incluye a los animales más antiguos conocidos (las primeras anémonas y esponjas) y la evidencia más antigua de formas de vida abundantes y variadas. Pero algunos de sus miembros son tan extraños "que llegan a interpretarse como organismos unicelulares gigantes. También representan las primeras comunidades con escalonamiento ecológico, fruto de la coexistencia de seres que vivían por debajo de tapices de cianobacterias, otros directamente sobre el fondo, y otros fijos y erguidos con más de un metro de altura", explica Gutiérrez Marco. Los fósiles son impresiones en arenisca, probablemente moldeadas por tapices microbianos frecuentes en ese periodo y que desaparecieron con la explosión cámbrica. "Justo antes del Ediacárico terminó una glaciación", prosigue Gutiérrez Marco. "Con el deshielo subió el nivel del mar, que invadió los márgenes continentales creando nuevos nichos para la vida".

Así, han quedado grabados organismos de cuerpo blando y acolchado, sin partes duras como conchas, huesos o dientes. Algunos recuerdan a gusanos de extrañas simetrías, seres neumáticos sin boca o intestino que se alimentarían absorbiendo moléculas orgánicas o en asociación con simbiontes foto o quimiosintéticos. La visión tradicional que consideraba a la fauna de Ediacara como la que acabó dando lugar a la rica explosión del Cámbrico, se ha visto sustituida por la de otros paleontólogos que la clasifican como una vía sin salida de la evolución.

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