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Reportaje:FÚTBOL | Liga de Campeones

"¡Córtate las uñas!"

Los jugadores del Madrid lamentan los rasguños sistemáticos de Kuffour, el defensa del Bayern, durante el partido del miércoles

Diego Torres

Sammy Kuffour llevaba las uñas muy largas. Largas y, según la breve descripción de una de sus víctimas, "feas". Marcarle en los córners, en el partido que enfrentó al Madrid con el Bayern el miércoles, fue un suplicio para el canterano Álvaro Mejía, que salió de su debut en Cham

pions como si le hubiesen echado un gato a la cara: con la piel enrojecida, arrancada en algunos puntos. Igual que Guti, que se llevó su zarpazo. Y hasta el capitán Raúl, que se acercó para discutir con castellana sobriedad asuntos concernientes al arbitraje... fue arañado. Ponerse a tiro de Kuffour sin máscara protectora podía resultar doloroso.

El central del Bayern Múnich saltó al Bernabéu armado del revestimiento córneo del extremo de los dedos que vulgarmente se conoce como uñas. "Unas uñas", describió Mejía, al salir del campo en la noche de autos, "como de quien toca la guitarra".

Hay jugadores pacíficos y jugadores de carácter indomable. Si Valerón se dejase crecer las uñas seguramente no habría que lamentar daños. En el caso de Kuffour las consecuencias pueden dejar cicatrices. Principalmente si se considera su prontuario. Además de ostentar cinco expulsiones en la Bundesliga, siendo un jovencito agredió al entonces ídolo de la hinchada del Bayern y símbolo beligerante del fútbol alemán: su compañero Matthaus. No son muchos los que lucen esa muesca en el garrote. Además, es el único jugador que dejó inconsciente a Kahn de un golpe, durante un partido, en un choque en el área del Bayern, cuando portero y central -gente adusta, que no se comunica- acudieron a por el mismo balón.

"Dios dispondrá"

Kuffour es de esos futbolistas que se aferraron a la profesión con la determinación de los misioneros. Nació en Kumasi, Ghana, en 1976. Dejó el colegio a los 13 años y fue aprendiz de zapatero y limpiabotas antes de emigrar a Turín, al Torino, y luego a Múnich con 17 años. Cuando el Bayern lo fichó pensó que tenía una joya. Un Desailly, o un Thuram.

La ambición no hizo de Kuffour el jugador soñado, pero lo llevó a ganar cinco Ligas alemanas, dos títulos de segundo mejor jugador africano en 1999 y 2001, un bronce en Barcelona 92 y un Campeonato del mundo sub-17, además de la Copa Intercontinental y la Liga de Campeones.

El año pasado Kuffour perdió a su hija de dos años, Godiva, ahogada en la piscina de su casa en Accra. Todavía no se ha recuperado del golpe. Cristiano fervoroso, siempre invoca a Dios.

Entre sus aficiones se cita el tenis, el boxeo, y el toque del tambor, instrumento con el que da conciertos en misas de la comunidad de Pentecostés, de la que es miembro. "Dios dispondrá", suele decir. "Su gracia está conmigo en todo momento".

El miércoles, en el Bernabéu, en cada córner en el área del Madrid, mientras se deshacía de su marcador, Mejía; en cada jugada en el área de Khan, y en la tangana final, Kuffour mostró sus armas con método riguroso. No lo frenó ni el grito de un madridista herido: "¡Córtate las uñas!".

Sammy Kuffour araña a Raúl durante una tangana en el partido Madrid-Bayern del miércoles.
Sammy Kuffour araña a Raúl durante una tangana en el partido Madrid-Bayern del miércoles.REUTERS

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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