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La calma tensa la noche de los Oscar

'El señor de los anillos' parte como película favorita en la 76ª edición de los premios de Hollywood

Elsa Fernández-Santos

La lluvia y el viento apenas han cesado en la última semana, y aunque por fin asoma el sol una lona de plástico todavía protege el acceso al teatro Kodak, donde esta tarde (madrugada del lunes en España) se celebra la 76ª edición de los Oscar de Hollywood. El cartel que presenta la última edición de estos premios (que Canal + retransmite a partir de las 2.30) casi pasa inadvertido al lado del anuncio más grande de la ciudad: David Beckham con la camiseta del Real Madrid anuncia una marca de ropa deportiva. El cuerpo del futbolista ocupa toda la fachada (unas 12 plantas) del hotel Hyatt. La estrella más grande de la capital del cine no es ni un actor ni una película.

Este año apenas se percibe la habitual tensión informativa que precede a los Oscar. The New York Times habla de la precampaña más tranquila "y aburrida" de los últimos años. Una película, El señor de los anillos: El retorno del rey, parte como favorita con 11 candidaturas, entre ellas la de mejor película y mejor director. Al neozelandés Peter Jackson, su director, se le considera un visionario, y a sus tres películas (un total de nueve horas rodadas en Nueva Zelanda durante un año), un esfuerzo monumental de producción que merece una recompensa. Además, sería la primera vez que Hollywood reconociera a una saga de cine fantástico: jamás lo hizo con George Lucas y La guerra de las galaxias ni con Steven Spielberg y su trilogía de Indiana Jones. Pese a todo, ni los más entregados seguidores de Jackson (que ahora rodará una nueva versión de King Kong protagonizada por Naomi Watts) se atreven a apostar con demasiada fuerza. Entertainment Weekly ilustra su quiniela con una caricatura de Gollum (el hobbit esclavo de su "tesoro") agarrado a la estatuilla dorada y recuerda lo ocurrido hace un año, cuando Chicago ganó el Oscar a la mejor película pero Roman Polanski rompió las previsiones y logró el resto de los premios más importantes con El pianista.

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Bruce Davis, director ejecutivo de la Academia de Cine de Hollywood, ha destacado, "con alegría y sorpresa", la aparente tranquilidad con la que ha discurrido la precampaña. "En los últimos años, por debajo o incluso por encima de la mesa, ha habido fuertes presiones contra la película que parecía ganadora. Este año, si ha ocurrido, ha sido imperceptible", ha dicho Davis.

Para muchos, la explicación a este aparente "juego limpio" (que se limita a millonarias campañas de publicidad en la prensa) se debe a dos factores. El primero, adelantar un mes la ceremonia, algo que ha reducido considerablemente la posibilidad de diseñar estrategias. El segundo, que por primera vez en 11 años Miramax no está en la carrera al Oscar a la mejor película. Sus responsables, los hermanos Bob y Harvey Wenstein (cuyas malas artes han sido sacadas definitivamente a la luz en el último libro de Peter Biskind, Down and dirty pictures), habían logrado convertir los Oscar en una tensa guerra de estudios. Miramax, que este año compite con Cold mountain (siete candidaturas, la mayoría menores) y con la brasileña Ciudad de Dios (mejor director y mejor guión adaptado), incluso ha cancelado su tradicional fiesta de los Oscar. Lo que deja a Vanity Fair y su cena en Morton's como la gran cita del domingo por la noche. Allí se repartirán piruletas con la cara de las actrices que ocupan la portada de este mes de la revista, Julianne Moore, Naomi Watts, Scarlett Johansson y Salma Hayek, entre otras, y allí se dejarán ver todos los protagonistas de la noche. Una noche en la que Sofia Coppola podría convertirse en la primera directora que gana un Oscar, aunque no lo tiene fácil frente a dos veteranos como Clint Eastwood y Peter Weir y el favorito, Peter Jackson. Más difícil lo tiene el brasileño Fernando Meirelles, a pesar del éxito en Estados Unidos de su trepidante mirada a la sórdida realidad de una favela.

Ante esta aparente calma, todo parece listo para la ceremonia de esta noche, en la que un documental español, Balseros, de Carles Bosch y Josep Maria Domènech, podría lograr el Oscar a la mejor película documental. Dos reporteros de TV-3 que han logrado entrar en la carrera final de un premio cada vez más prestigioso. Hollywood no es ajeno al impulso que el cine documental vive en todo el mundo, ni a las nuevas formas de lenguaje que proponen sus realizadores.

Charlize Theron y Diane Keaton (las dos favoritas para el Oscar a la mejor actriz); Benicio del Toro y Tim Robbins (en primera fila por el de mejor actor secundario) o Bill Murray, Sean Penn y Johnny Depp (rivales en la categoría de mejor actor) serán algunos de los protagonistas indiscutibles de la noche. Esta semana se ha sabido que todos ellos, además de los presentadores de la llamada lista A (Nicole Kidman, Tom Cruise...) recibirán -ganen o pierdan- una bolsa de regalos valorada en 110.000 dólares. La bolsa incluye, según informó USA Today, un crucero de una semana por el Mediterráneo o por el Caribe, un viaje a Nueva Zelanda para descansar en un famoso hotel de lujo y cenar en uno de los restaurantes más caros del planeta, una televisión por valor de 6.000 dólares y una máquina de hacer café expreso por valor de 500. La fuerte ola de puritanismo que azota Estados Unidos incluso afecta a los regalos, que el año pasado tenían como estrella absoluta un sujetador con diamantes bordados valorado en 5.000 dólares. Las restricciones morales de este año obligan a una programación "familiar" especial en la que están prohibidos durante los cortes publicitarios anuncios considerados "inapropiados". Entre otros, ni compresas, ni otros "productos íntimos femeninos", aclara una nota de la cadena televisiva. La Academia de Hollywood ha expresado su disconformidad con que no se emita en estricto directo la ceremonia y ha recalcado que cada ganador podrá expresarse libremente sobre el escenario del teatro Kodak.

El director Blake Edwards rodeado de las actrices Julie Andrews, Elke Sommer, Bo Derek, Kathleen Quinlan y Marilu Henner.
El director Blake Edwards rodeado de las actrices Julie Andrews, Elke Sommer, Bo Derek, Kathleen Quinlan y Marilu Henner.REUTERS

La victoria de la Pantera Rosa

Hace años que Blake Edwards le dio un portazo a Hollywood. Gesto orgulloso y doloroso a un mundo que ya ni le quería ni le necesitaba. A sus 81 años, Edwards ha vivido lo mejor y lo peor de una industria compleja y caprichosa. Hoy recibirá el Oscar de honor a toda su carrera. Seguramente lo aceptará emocionado pero también con el gesto retorcido. El padre de la Pantera Rosa, director de Victor o Victoria, El guateque, SOB, Días de vino y rosas o Desayuno con diamantes, ha tenido una carrera larga e irregular. Desde éxitos imprevistos como 10. La mujer perfecta, que le devolvió la gloria de la taquilla cuando ya nadie apostaba por él, o fracasos estrepitosos como el musical Darling Lili, tras el cual se retiró durante una temporada a Europa para olvidar y que le olvidaran.

Blake Edwards, el hombre que junto a Peter Sellers (el inefable inspector Clouseau) se inventó uno de las sagas más divertidas de los sesenta, un humor mil veces imitado pero irrepetible (Edwards detesta todas las secuelas de su famosa serie), jamás obtuvo el reconocimiento de la Academia de Hollywood. Y eso le dolió, así lo recordaba hace poco en una entrevista. "Nunca pensé que llegaría a recibir un Oscar, así que esto es como empezar a probar el pastel. Mentiría si dijera que no me apetece saborearlo". Víctima desde hace años del llamado síndrome de la fatiga crónica, Blake Edwards realizó ocho películas de la Pantera Rosa junto a Sellers. Más de una vez ha dicho que los esfuerzos de revivir aquel personaje (que han intentado sin éxito Ted Wass y Roberto Benigni) sólo han logrado disgustarle. Hoy llegará del brazo de la que ha sido su musa y su mujer en los últimos 35 años, la actriz Julie Andrews. Otro mito del cine. Como dijo Peter Jackson tras la tradicional comida de los candidatos de este año: "¡Mis hijos no se van a creer que he conocido a Mary Poppins!".

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Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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