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Crítica:EL LIBRO DE LA SEMANA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Navegar por un gran río

A medida que avanzaba la modernidad se iba haciendo más difícil la existencia efectiva de poemas extensos, monumentales como los de la épica. El Preludio de Wordsworth plantea esos problemas de existencia real en las dos orillas de la literatura. El lector debe situarse ante estos ocho mil versos poderosos con una perspectiva adecuada: la magnitud es propia de otras épocas, pero el protagonista es un yo absolutamente moderno. El volumen mismo -incluso en su formato- invoca las grandes obras poéticas de la tradición occidental, desde la Odisea hasta la Divina comedia. Wordsworth planteó El Preludio como poema autobiográfico o, más exactamente, como poema que equivalía a toda una vida. Para el romanticismo el yo era lo que en la retórica clásica se denomina una cuestión infinita. El Preludio lo ejemplifica a la perfección, como corresponde a un texto mayor de uno de los grandes románticos. Durante cinco décadas (hasta su muerte en 1850) al poeta le costó poner el punto final. Además, sometió el poema a continuas reelaboraciones, lo que dio lugar a una compleja historia editorial (aquí se elige la versión impresa de 1850). El Preludio dejó pronto de ser lo que su título indicaba, pues no hay nada en él de movimiento previo a otro texto, sino de auténtica obra central. Muestra todos los rasgos de la poética de Wordsworth: es un "río de la mente" que fluye según la definición que él mismo dio de la poesía: emoción revivida en tranquilidad. Sintomático es también que Coleridge fuera el destinatario privilegiado de El Preludio, en una lectura que duró tres días y que desencadenó la escritura por parte de Coleridge de otro poema, que también se incluye en esta edición.

EL PRELUDIO

William Wordsworth

Edición y traducción de Bel Atreides

DVD. Barcelona, 2003

635 paginas. 28,90 euros

Más información
Los fracasos del poeta

desgranan la infancia de Wordsworth, su paso por la escuela, su relación con la naturaleza, sus vacaciones de verano, los libros que formaron su personalidad, sus estudios universitarios en Cambridge, sus periodos de residencia en Londres y en Francia, para llegar a extensas reflexiones sobre la imaginación y el gusto, antes de una conclusión que tiene ya la muerte en el horizonte, y plantea la salvación en la belleza de la obra de arte, algo en lo que la poesía moderna suele coincidir con Horacio: Thy monument of glory will be raised, "tu monumento de gloria se alzará". La autobiografía entra en la historia cuando se aborda la Revolución Francesa y sus consecuencias. Wordsworth es otro Virgilio y otro Dante. Sobre todo, otro Milton, más cercano que Milton, porque las posibilidades de su vida, como las de la nuestra, se plantean en términos de paraíso, perdido o recuperado. El entramado de la mitología moderna sustenta un lenguaje radicalmente nuevo, que es el encargado de tensar tantas diversidades en un canto unitario: "Pero ¿quién será capaz de parcelar su intelecto / Por medio de las reglas geométricas, / Dividirlo cual provincia en círculo y cuadrado?". Las expresiones pueden sonar en ocasiones más cerca de las vanguardias que de lo clásico: "me dispuse / A diseccionar la base de la vida colectiva".

El factor definitivo de unificación es la homogeneidad métrica. Los ocho mil versos blancos del original (al que se puede recurrir siempre, porque la edición es bilingüe) eran pentámetros yámbicos, los que venían de la épica miltoniana. Atreides ha buscado la equivalencia en número de versos y una aproximación rítmica, lo que engendra otra heterogeneidad (la de sílabas). Algunas muestras excelentes nos dan idea del poema épico que habría resultado si se hubiese animado a buscar la analogía en una secuencia íntegra de endecasílabos ("O ansioso acaso de ejercicio y aire") o de alejandrinos ("bien alto por encima de una extensa arboleda").

En la introducción, Bel Atreides se deja llevar más de una vez por el exceso retórico. Su traducción, en cambio, exhibe una digna contención. Buena prueba de esas dos cualidades es que un sintagma tan común como little boat se convierta en "escueta canoa". No descarta arriesgarse verbalmente, con resultados como o "hierba cimarrona" (wild turf). Abre en nuestra literatura un claro acceso a El Preludio ("por olmedos de Caballería", para Within the groves of Chivalry). Una escueta canoa para navegar por un gran río. No es mal emblema para esta traducción.

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