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VISTO / OÍDO
Columna
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Dad papela al que no tiene

Dicen que más de un millón de inmigrantes -1.031.807: no sé cómo cuentan a estos invisibles- no tienen papeles. La "papela" es palabra de la "guerra de África": "Los que la vanguardia ha dejado pasar por llevar "papela" en regla...", contaba Sender en 1930. Derivación moruna de "papeles", que aún se emplea y generalmente contra ellos. El guardia al de mala pinta: "A ver, los papeles". Para un país inquieto por fichar a todos los habitantes, el clandestino es un desastre. La salida humana sería la de darles papeles. Quizá no conviene económicamente: un millón de personas consideradas como delincuentes pueden trabajar por nada. ¿Qué se puede hacer con estas personas? Porque son personas, hombres y mujeres; las mujeres se esparcen por las noches por la ciudad: buena prostitución, jóvenes, aún sanas, baratas, en manos de los chulos necesarios para ayudarlas: el proxeneta no sólo y no siempre es un explotador, sino un compañero que ayuda. Ahora ellas no quieren que haya brigadas especializadas que adopten el modelo sueco: no prohibirlas, pero castigar severa y públicamente al cliente. Del norte nos viene esta hipocresía. Dicen ellas una frase cargada de sentido: no sería más que aumentar el número de intermediarios. Cuando se acercan a la ventanilla del coche y dicen: "Cinco mil por polvo, dos mil por chupar", saben lo que les va a quedar por su trabajo: no duro, pero peligroso. Sus hermanos de las zanjas de la ciudad, y algún dinero quedará también a los intermediarios entre las zanjas y el poder, dan mucho más de su cuerpo por mucho menos dinero. Sobre este millón largo sin papeles hay más de dos millones y medio "legales": pero bajo presión de ser continuamente sospechosos.

Nuestras ventajas sobre la España imperial son inmensas. Vienen de esclavos: sospechosos, hacinados, hambrientos, sin sindicatos, con contratos leoninos o sin contrato. Son los pobres de espíritu, los mansos, y tienen hambre y sed, y están perseguidos por causa de la justicia: "Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros". En su incuria, heterodoxia, estupidez y horror querrían que se les diese aquí comida, casa y amor, sin esperar el dudoso cielo de sus clientes.

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