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Reportaje:CRÓNICA EN VERDE

La amenaza de las mascotas

El galápago de Florida ha colonizado ya algunos humedales de Doñana

Entre 1983 y 1997 se importaron en España alrededor de medio millón de galápagos de orejas rojas, conocidos popularmente como galápagos de Florida. Procedentes de granjas situadas en Estados Unidos, estaban destinados a las tiendas de animales, donde se convirtieron en una mascota muy popular por su reducido precio, llamativa coloración y fácil mantenimiento.

Sin embargo, pocos vendedores advertían a los clientes del rápido crecimiento de esta especie, su capacidad para transmitir enfermedades como la salmonelosis, la agresividad que manifiestan o los malos olores que desprende el agua en la que viven. De esta manera, lo que parecía un simpático animal, que apenas requería de cuidados, se convertía en un problema doméstico a corto plazo.

Llegados a este punto, tampoco los compradores eran advertidos del peligro que supone la suelta de una especie exótica y, seguramente con la mejor intención, miles de estos galápagos terminaron abandonados en nuestros ríos, lagunas o marismas. Los especialistas han detectado numerosas poblaciones en diferentes puntos del sur de Europa, lo que evidencia su fácil aclimatación a algunos ecosistemas mediterráneos.

Las autoridades de Bruselas terminaron por prohibir estas importaciones en 1997, aunque no quedó clara la normativa que debería aplicarse a su cría en cautividad dentro de las fronteras de la Unión Europea. Esta indefinición ha provocado que, además de los individuos introducidos de manera ilegal, sigan ofertándose este tipo de animales quizá procedentes de centros de cría europeos.

"No puede hablarse de una verdadera invasión si la especie exótica no es capaz de reproducirse, algo que ya ha ocurrido con el galápago de orejas rojas en Cataluña, País Vasco, Baleares y Andalucía", precisa Adolfo Marco, investigador del Departamento de Biología Evolutiva de la Estación Biológica de Doñana (EBD), quien viene estudiando el potencial invasor de esta especie y su impacto en algunos espacios naturales.

En lo que se refiere al Parque Nacional de Doñana, los biólogos de la EBD localizaron una nutrida población de este animal en la laguna del Acebuche, junto al centro de interpretación de este espacio protegido que se levanta cerca de la pedanía almonteña de Matalascañas (Huelva). También observaron individuos aislados en el arroyo de La Rocina, junto a El Rocío. En todos los casos se trata de zonas húmedas, de aguas permanentes, que registran un importante tránsito de personas que son, en definitiva, las que provocan esta invasión con las sueltas indiscriminadas.

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La población de El Acebuche se ha estudiado durante cuatro años, hasta conocer con detalle el comportamiento de los galápagos. Aunque se tenían algunas evidencias indirectas a propósito de la reproducción en libertad de esta especie, ha sido en esta zona donde los investigadores, por primera vez en Europa, han conseguido localizar algunos nidos de esta especie y asistir a la eclosión de los huevos. "La detección de nidos en el campo es muy compleja", explica Marco, "y en este caso, y a pesar de nuestra larga experiencia con otros animales parecidos, hemos tardado tres años en poder localizar algunos nidos".

El potencial reproductor del galápago de orejas rojas es superior al de los autóctonos (leproso y europeo). También aventajan a sus parientes nativos en sus tasas de desarrollo, alcanzan la madurez más rápidamente y el tamaño medio de las hembras es mucho mayor. Por último, su dieta es más variada por lo que aprovechan mejor los recursos disponibles y su técnica de excavación de nidos es mucho más eficaz a la hora de protegerse de los depredadores.

En Doñana, a todas estas ventajas se suma el menor impacto que las nasas para las capturas de cangrejos tienen en los galápagos de orejas rojas. Estos artilugios provocan la muerte de numerosos ejemplares de galápagos autóctonos, ya que en una sola nasa, de dos metros de longitud, han llegado a capturarse hasta 65 individuos adultos en sólo 24 horas, mientras que en el caso de la especie exótica las tasas de captura son mucho más bajas e, incluso, se ha comprobado como consigue escapar de estas trampas.

"Estas diferencias entre los galápagos exóticos y los nativos", advierte Marco, "pueden contribuir al éxito de los invasores en zonas mediterráneas e, incluso, la extinción en algunas zonas, de las especies autóctonas". El panorama se complica por la aparición de nuevas especies exóticas que se están comercializando ante la prohibición de los galápagos de Florida. En España se ha detectado la venta de unas 25 especies de galápagos acuáticos de ecosistemas americanos, asiáticos o africanos.

Comentarios y sugerencias a propósito de Crónica en verde pueden remitirse al e-mail: sandoval@arrakis.es

De la tienda al parque urbano

Debido a las peculiares características de esta invasión, en la que no median intereses económicos (como fue el caso del cangrejo rojo), cualquier plan de acción pasa necesariamente por campañas educativas dirigidas tanto a los vendedores como a los compradores de estas mascotas.

Y no sólo se trata de evitar el impacto en el medio natural, también hay que alertar de los riesgos sanitarios, ya que los niños están expuestos a la infección por salmonelosis que pueden provocar los galápagos de Florida.

Facilitar alternativas a los que adquieren algún galápago exótico y desean desprenderse del mismo es una opción discutible, ya que, advierten algunos especialistas, de esta manera se fomenta la falta de responsabilidad y compromiso con respecto a un ser vivo. Aún así, Adolfo Marco defiende esta opción, ya que es preferible que estos animales se puedan conducir a centros especializados antes que ignorar el problema y dejar que se sigan liberando en el medio natural.

Marco propone evaluar los requerimientos de los galápagos exóticos y la eficiencia del uso de estanques, situados en parques públicos urbanos, para el mantenimiento de estos animales. "Creemos que esta fórmula puede contribuir a resolver un problema ambiental y añadir nuevos valores a los jardines públicos con beneficios sociales y educativos".

Con respecto a las poblaciones que ya se han instalado en diferentes espacios naturales, sería necesario acometer planes de extracción, sobre todo en aquellos lugares donde habite el galápago europeo, amenazado de extinción en Andalucía y muy vulnerable a la presión que sobre ella puede ejercer el galápago de orejas rojas.

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