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Columna
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Pobreza

La creación del Comisionado para el Polígono Sur de Sevilla y el nombramiento de Jesús Maeztu, como Autoridad Única de este comisionado, son dos de las decisiones llevadas a cabo el pasado martes por el Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía. En principio nada haría suponer que estas decisiones vayan más allá que otras de naturaleza política que toma cualquier gobierno y en las que el paso del tiempo termina enseñando que carecen de eficacia. Ahí están los pactos sobre la Justicia, sobre la Inmigración, malos tratos o la siniestralidad laboral, para saber que no por sus firmas los aspectos que han tratado han sido mejorados en la misma proporción que las ilusiones que hicieron llegar con las declaraciones que precedieron a sus firmas.

Sin embargo quiero pensar que, en esta ocasión, las cosas pueden ser diferentes. Las recientes declaraciones de Jesús Maeztu exigiendo que su lugar de trabajo sea el propio Polígono Sur, su promesa de que su equipo esté integrado por personas de la misma zona, su intención de atender directamente la problemática que surge en este barrio y su experiencia en el Cerro del Moro de Cádiz, invitan en cierta forma al optimismo.

Un optimismo que lo entiendo en el sentido que la nueva Autoridad parte de la propia realidad y subordina el resultado al trabajo de todos y al esfuerzo de años. No hay ninguna valoración apriorística sobre la oportunidad o la bondad de la medida. Tampoco al protagonismo personal. Sólo al trabajo desde el mismo barrio y con la ayuda de personas que viven, y lo conocen. En estas condiciones y con estas premisas, si no cambian con el paso del tiempo o por el hecho de ser tres las administraciones incrustadas en el Comisionado -la del gobierno central no se entiende demasiado bien para un problema de y en Andalucía, aunque se enmascare con eso del orden público- puede que el nuevo Comisionado logre ser capaz de dar respuesta y solución a una situación de marginación y pobreza que es endémica en Sevilla.

En cualquier caso es una decisión acertada. Sobre todo porque se ha optado por intentar dar respuesta la marginación desde dentro, con una política que atiende a sus causas y que no oculta a la sociedad el origen ni la gravedad de sus efectos: La pobreza.

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