_
_
_
_
_

El Museo Judío de Berlín honra a Libeskind y su arquitectura radical

Una muestra recorre los proyectos del responsable de llenar el hueco de las Torres Gemelas

Sólo tiene cuatro edificios construidos, pero Daniel Libeskind es la estrella indiscutida de la arquitectura contemporánea, el mismo a quien se le ha encargado llenar el vacío dejado por las Torres Gemelas destruidas en los ataques terroristas del 11 de septiembre. Se dio a conocer a un público más amplio con la construcción del Museo Judío de Berlín, inaugurado hace exactamente dos años, y es allí donde a partir de hoy y hasta el próximo 14 de diciembre se puede visitar la exposición Contrapunto. La arquitectura de Daniel Libeskind.

Rodeado de cámaras como si fuese un actor de Hollywood, Libeskind acudió ayer a la presentación ante la prensa haciendo gala de un optimismo contagioso: "Nada se puede construir si no se cree en ello", proclamó junto a las maquetas, dibujos y escenografías que desde hoy se exponen en el segundo piso del Museo Judío de Berlín. Sus propuestas son de lo más radical que ofrece la arquitectura contemporánea. "Yo diría que es un no-arquitecto: al ver sus bosquejos se piensa que algo así no se puede construir", sostiene uno de sus colegas en un vídeo que forma parte de la muestra.

"Es de los pocos que tiene una nueva idea de la arquitectura", recalcó también el ex secretario del Tesoro estadounidense y hoy director del Museo Judío de Berlín, W. Michael Blumenthal. La reacción del público ha sido espectacular, similar a la del Guggenheim en Bilbao: en dos años de existencia, por los fragmentados espacios, estrechos corredores y oscuros abismos del Museo Judío han pasado 1,4 millones de visitantes.

"Queríamos un museo sobre el que hable la gente", corrobora, en otro vídeo, una de las responsables del Museo Victoria y Albert en Londres, cuya ampliación también ha sido encargada a Libeskind. Allí, el arquitecto ha propuesto una forma en espiral, inspirada en fractales matemáticos, para rellenar el espacio entre las dos alas del histórico edificio. El recurso a las matemáticas, como también a la música y a la literatura, es una de las constantes en la creación de este artista de 57 años, nacionalizado en EE UU tras haber nacido en Polonia como hijo de una pareja judía que sólo de milagro se salvó del holocausto.

Hasta hace poco, apenas eran tres sus proyectos ya materializa-dos en piedra, metal y hormigón: el Museo Judío en Berlín, la casa-museo Felix Nussbaum en Osnabrück (Alemania) y el Museo Imperial de la Guerra en Manchester. Desde el sábado pasado, hay una cuarta muestra: el estudio de Barbara Weil en Port d'Andratx (Mallorca). Para su construcción, Libeskind no sólo se dejó inspirar por la obra de esta artista, sino también por el pensamiento de Ramon Llull.

Sus inquietudes intelectuales están presentes en todos sus trabajos: desde su visión de un mundo roto por la guerra, convertido en los tres gigantescos fragmentos arquitectónicos de Manchester, pasando por las referencias al músico Arnold Schönberg y al filósofo Walter Benjamin, en el Museo Judío de Berlín, hasta llegar a la reflexión sobre la esencia del sueño estadounidense en el proyecto de la zona cero, en Nueva York. Allí, el complejo que sustituirá a las Torres Gemelas será coronado por una torre de 1.776 pies de altura, cifra que rememora el año de la declaración de Independencia de Estados Unidos.

Pero, con apenas cuatro edificios construidos, ¿no será demasiado temprano para una retrospectiva? "Yo más bien considero esta exposición como una muestra de mis proyectos", afirmó ayer Libeskind. Varios de los planos que se exponen nunca llegaron a realizarse. Pero el mundo, que no quepa duda, pronto verá mucho más Libeskind.

De menuda estatura y vestido siempre de negro existencialista, el arquitecto está al mando de un potente estudio que prepara pro-yectos tan disímiles como el mayor centro comercial de Europa (en Suiza), un edificio de oficinas para un grupo industrial (Corea del Sur) y una edificación universitaria (Hong Kong). "Me alegro siempre si alguien cruza el umbral de mi puerta y me pide hacer algo", dijo ayer, con una amplia y muy estadounidense sonrisa, impecable incluso a la hora de sacar el cuerpo a los temas más espinosos. "Éste es un asunto demasiado grande para mí", respondió cuando se le preguntó su opinión sobre el Gobierno del presidente George W. Bush.

El arquitecto Daniel Libeskind, en la presentación de su retrospectiva en el Museo Judío de Berlín.
El arquitecto Daniel Libeskind, en la presentación de su retrospectiva en el Museo Judío de Berlín.ASSOCIATED PRESS

La 'zona cero', en marcha

En febrero pasado, Daniel Libeskind ganó el concurso para reedificar la zona cero devastada por los ataques del 11 de septiembre. Su proyecto incluye un monumento subterráneo a las víctimas, un rascacielos de 541 metros de altura, un centro de artes escénicas y una completa reorganización de todas las calles aledañas. Desde entonces, las presiones para modificar ésta u otra parte del plan brotan por doquier. El arquitecto ayer intentó quitarle hierro a la polémica: "No siento que tenga que hacer concesiones. Yo no trabajo en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas", bromeó. Ya, más serio, prosiguió: "Sería fácil ser un arquitecto encerrado en una torre de marfil, pero hay que bajar siempre hasta la acera". Y esa acera es la de los propietarios del terreno, interesados en que se construya un máximo de superficie comercial y de oficinas; la de los políticos locales y sus sensibilidades, y la de la ciudadanía misma que vivió en carne propia el 11 de septiembre. Por todo ello, Libeskind prefiere hablar de un "plan en evolución". Prometió, eso sí, que "en el resultado final todavía se reconocerán los rasgos del proyecto original".

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_