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Detenidos 25 altos funcionarios marroquíes implicados en una red de tráfico de hachís

Entre los inculpados figuran varios magistrados, inspectores de policía y militares de Tetuán

Los ajustes de cuentas entre narcotraficantes son relativamente corrientes en el norte de Marruecos, pero el que se produjo a principios de agosto se desarrolló, en parte, ante las puertas del palacio real de Tetuán. Acaso por eso, o porque desde finales de julio la Seguridad Nacional tiene un nuevo jefe, lo cierto es que a lo largo del mes pasado han sido detenidos e inculpados 25 altos funcionarios -magistrados, militares, gendarmes y policías- destinados en la ciudad junto con hombres de negocios y una retahíla de traficantes de hachís. La envergadura del escándalo no tiene precedentes en Marruecos.

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"Es la primera vez que un cierto número de funcionarios de alto rango son presentados ante el tribunal especial", encargado de juzgar los delitos de corrupción, se lamentaba, a finales del pasado agosto, Mohamed Buzubaa, ministro de Justicia. "La mitad de los magistrados del tribunal de apelación de Tetuán" han sido inculpados o suspendidos hasta que finalice la investigación, junto con ocho comisarios e inspectores de la policía, tres gendarmes, dos oficiales del Ejército, un aduanero y un agente secreto.

Baobar, una discoteca situada entre Tetuán y Ceuta, fue, en la madrugada del 2 de agosto, el escenario en el que empezó una pelea entre bandas rivales de traficantes que se reprochaban la venta de una partida defectuosa a un cliente francés. La refriega se prolongó con una persecución automovilística cerca del palacio real y se saldó con un muerto y dos heridos. El rey Mohamed VI pasa el verano entre Tánger y Tetuán.

"El hecho de que se haya visto a estos mafiosos circular y reñir a escasos metros de las residencias de importantes personalidades y, en especial, de la del rey puso inmediatamente de relieve que se trataba de un problema de seguridad", afirma Jamal Amiar, director del semanario tangerino Les nouvelles du Nord.

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El primero en caer, cuando se puso en marcha la investigación policial, fue Munir Erramach, de 30 años, que empezó hace 12 años vendiendo, como su madre, tabaco de contrabando en Tetuán y cuya fortuna oscila ahora, según las estimaciones de la prensa, entre los 19 y los 190 millones de euros. Entre sus bienes figurarían 41 apartamentos en la Costa del Sol y un restaurante en Puerto Banús, en Marbella.

Erramach, que se hacía llamar Mohamed VII para demostrar su poderío, confesó rápidamente. Acaso se pensó que, al dar los nombres de algunos peces gordos a los que tenía comprados, las pesquisas se pararían inmediatamente como, al parecer, ya sucedió el año pasado tras su anterior detención. Esta vez la investigación siguió adelante.

A lo largo de las tres últimas semanas ha puesto de relieve una corrupción generalizada entre los cuerpos de seguridad y los magistrados de Tetuán. Estos últimos habían llegado a establecer unas tarifas oficiosas por sus absoluciones que oscilaban desde los 1.900 euros, para los contrabandistas de tabaco, hasta el millón para los delitos más graves de los narcos. Sus ingresos eran generalmente reinvertidos en el sector inmobiliario en ambas orillas del Mediterráneo.

Las ramificaciones de estas redes transcienden la antigua capital del Protectorado español. Aunque no ha sido confirmado oficialmente, buena parte de la prensa marroquí asegura que los puestos de funcionario en Tetuán eran subastados por la jerarquía entre sus subordinados. Los allí nombrados se enriquecían haciendo la vista gorda.

Las divisas del hachís

Por esa razón ha sido interrogado y está sometido a arresto domiciliario, en Rabat, Abdelhafid Benhachem, que, hasta finales de julio, fue el máximo jefe de la Seguridad Nacional (policía) de Marruecos. Mohamed VI decidió sustituirle por el general Hamidu Laanigri, hasta entonces responsable del principal servicio secreto (DST).

A los narcos marroquíes no les faltan recursos para corromper. Marruecos es el primer exportador del mundo de hachís. Este tráfico, del que viven indirectamente 1,5 millones de personas, supone, según estimaciones oficiosas, la segunda fuente de divisas del país, después de las remesas de los emigrantes y por delante del turismo.

La superficie dedicada a su cultivo aumenta constantemente -alcanza actualmente las 120.000 hectáreas-, según señalaba un informe del Observatorio Geopolítico de las Drogas de París y del Centro de Estudios Rurales y de Agricultura de Valencia. "Los campesinos no intentan ya disimular los cultivos que se extienden hasta el borde de la carretera", se afirmaba en el estudio. "Se trata de un fenómeno nuevo que se remonta a la entronización de Mohamed VI y, sobre todo, de la destitución de Driss Basri", el que fue ministro del Interior hasta finales de 1999.

Un hombre lleva plantas de hachis en Bad Barred, Marruecos.
Un hombre lleva plantas de hachis en Bad Barred, Marruecos.GARCÍA CORDERO

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