_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Terroristas

El presidente del Gobierno, el señor Aznar, ha demostrado frecuentemente estar influido por el pensamiento patriótico reaccionario español del siglo XIX, transmitido al XX a través de la conciencia de desastre del 98 y de los movimientos contra los disgregadores de la unidad de aquella España fraguada, según la leyenda áurea, por los Reyes Católicos y por Franco, Franco, Franco. Durante los prolegómenos de la guerra de anexión de Irak, Aznar nos llamó "afrancesados" a los opuestos a la guerra, homologándonos con aquellos españoles insuficientes, más fieles a las ideas enciclopedistas y liberales que a la defensa de la independencia de España frente al invasor francés.

En los últimos meses de su presidencia, Aznar está demostrando que es hombre de tan pocas ideas que sólo tiene una. Ha sido concebido por la Divina Providencia para luchar contra los terroristas, y esa lucha es la causa de su complicidad con la guerra de anexión de Irak. Parecido empeño le anima supongo en el Plan Hidrológico Nacional, o en el peligroso trazado del tren de bajísima velocidad, o en todos los banderazos, decretazos y patinazos sobre el islote de Perejil o sobre mareas netras en Galicia o sanguinolentas en Irak que Aznar ha convertido en el renqueante thriller de su segundo mandato absolutista.

Pese a la influencia que la Formación del Espíritu Nacional ha tenido en la textura intelectual del señor presidente, sorprende su incapacidad de entender lo que está pasando en Irak, donde una parte de la población lucha contra los invasores, es decir, realiza una guerra de independencia a través de procedimientos brutales pero similares a los utilizados por todos los movimientos de resistencia. También por los guerrilleros españoles contra las tropas napoleónicas de ocupación o por los civiles armados enfrentados en todo el mundo al Eje nazi fascista, con Franco en la facción del quiero y no puedo. El nuevo Eje de las Azores no puede llamar terroristas a los iraquíes que se enfrentan al terrorismo imperial invasor. Con o sin Sadam, la guerra de independencia iraquí es irreversible, y los más sensatos del PP deberían someter a Aznar a una prueba antidopaje y luego ayudarnos entre todos a salir de este sangriento embrollo.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_