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Mujer, trabajo y familia: ¿qué ocurre con la conciliación?

Lucía Santa Cruz, directora del Instituto de Economía Política Universidad Adolfo Ibáñez de Santiago de Chile y autora de este artículo, considera que las relaciones entre hombres y mujeres han cambiado en forma radical y seguramente de manera irreversible.

El trabajo de la mujer hoy es parte constitutiva

de su identidad femenina

Las relaciones entre hombres y mujeres han cambiado en forma radical y seguramente de manera irreversible. La tendencia general en el mundo es hacia la mujer que trabaja y reclama una justa contribución a su aporte, y que desea también una familia. El trabajo de la mujer hoy es parte constitutiva de su identidad femenina.

La diferencia del trabajo de hombres

y mujeres seguirá subsistiendo

Esto no quiere decir, sin embargo que estemos entrando a un mundo sin diferenciación sexual. Por el contrario, tiendo a pensar que la diferencia entre el trabajo de hombres y mujeres- que subsiste ampliamente hasta hoy y que sigue entregando una preponderancia del trabajo doméstico a la mujer, es un fenómeno que no es de fácil ni segura extinción y que en los tiempos postmodernos seguirá subsistiendo la reproducción social de la diferencia entre los sexos .

La verdad es que la mujer se relaciona con el trabajo en forma diversa al hombre y articula la relación trabajo?familia en forma estructuralmente distinta al hombre. En el varón el proyecto profesional es autónomo y prioritario, mientras que en la mujer se elabora teniendo presentes los requerimientos profesionales pero integrando las necesidades futuras de maternidad.

¿Por qué subsiste la diferenciación

social de los roles sexuales?

La gran pregunta es ¿por qué subsiste la diferenciación social de los roles sexuales?, ¿se trata de un vestigio del pasado aún no superado?, o bien, como dice el filósofo francés Lipowestky, 'de un proceso que funciona a toda velocidad en el seno del tiempo presente porque se trata de tendencias que corresponden a aspiraciones y gustos contemporáneos.'

Es evidente que en el mundo post moderno el trabajo femenino es un valor; el principio de subordinación de la mujer al hombre ya no es legítimo ni siquiera como un deber ser deseable; el poder de decisión dentro de la pareja es compartido; y cualquier nuevo modelo contempla la autonomía de la mujer y la participación de ambos en decisiones importantes.

Las tareas no se reparten meramente en función del legado y el mandato de la tradición y el de la historia, sino que son objeto de negociación y discusión entre ambos: no hay nada particularmente femenino o masculino en hacer camas, cocinar o ir al supermercado.

Pero, esto no significa que el trabajo doméstico este paritariamente distribuido: en el mundo desarrollado entre el 60 y el 75 % de las mujeres activas realiza el trabajo doméstico.

Las mujeres desean una división

más equitativa del reparto de las tareas domésticas

y se sienten más responsables de la cohexión

del núcleo familiar

Las mujeres desean una división más equitativa de las tareas domésticas pero pocas están dispuestas a renunciar al derecho adquirido de ser ellas prioritariamente quienes están a cargo de alimentar, bañar, cuidar y educar a los hijos. La queja es más bien a la inversa, de mujeres que por trabajo ven estos aspectos insatisfechos.

La mujer se siente responsable por la cohesión afectiva del grupo familiar y esta posición de la mujer en relación a la familia no representa meramente una subordinación a las fronteras limitadas del mundo privado, sino que hay allí también una búsqueda de sentido, posiblemente ciertas 'estrategias de poder' y una búsqueda de identidad profunda.

Esta relación tiene un costo profesional pero eso no quiere decir que no tenga un beneficio subjetivo para ella que deriva de una mejor calidad de la relación con los hijos; la conciencia de la importancia de este vínculo, la satisfacción de formar a un ser e influir en su presente y en su futuro y de sentirse indispensable en esta tarea; en suma, el reforzamiento de esta poderosa identidad 'mujer-madre' ;

"Ser esencialmente mujer sin

tratar de ser hombre"

Son desafíos mayores los de la mujer hoy en Chile y en el mundo: ser esencialmente mujer sin tratar de ser hombres de segundo orden; desarrollar todo su potencial intelectual y profesional; entrar en una relación de pareja que no esta regida por conveniencias sino que debe basarse en el amor ; y todo ello sin renunciar a su rol prioritario dentro de la familia porque allí reside parte esencial de su identidad y sentido, son efectivamente desafíos que muchas veces parecen insuperables, pero cuando se logran, aunque sea parcialmente porque vivimos en un mundo imperfecto, las satisfacciones son también sin comparación a aquellas de ninguna época histórica que nos haya precedido.

Por Lucía Santa Cruz, directora del Instituto de Economía Política Universidad Adolfo Ibáñez

Santiago, Chile

Junio 2003

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