Ángelus
El ejemplo "moral" de Santa María Goretti, joven y mártir italiana que en 1902 optó por morir antes de perder su virginidad, está bien, sólo que han pasado más de cien años desde su heroica gesta y los modelos éticos de entonces son pura arqueología. No me sirve, pues, como guía ilustrada para animar a los jóvenes de hoy, los que frecuentan los cibercafés, comparten su litrona, se colocan un piercing en el ombligo y hacen su particular apología del póntelo pónselo. Proponer modelos de comportamiento completamente ajenos a la realidad que estos jóvenes han heredado es, sencillamente, un anacronismo supino. Pero parece que estas reflexiones mías son mera demagogia para los mandamases de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, que siguen invernando bajo la cúpula celeste de sus viejas costumbres. Así les va, incrementando año a año la desertización de una feligresía cada vez más escéptica y más crítica con los decretos episcopales. Uno, que tiene filias y amigos dentro de la comunidad cristiana -la de base, claro-, no asimila estos desajustes con el mundo y, en el fondo, siente bastante que una institución con tanto pedigrí no quiera enterarse de esos fenómenos sociales, naturales y humanos que tanto afectan a los jóvenes del milenio que nos ocupa. Pero ¿cómo se le ocurre al Papa de Roma o a los espabilados que mueven los hilos que lo aguantan decir el pasado domingo, en pleno Ángelus y en la misma plaza de San Pedro, que todos los jóvenes, incluidos los que gritan desesperadamente en los conciertos de UPA Dance, los que leen a Lucía Echevarría o se tatúan el tobillo, que las vacaciones son un periodo estupendo para descubrir el valor y la importancia de la castidad? "La verdadera felicidad -trascribo literalmente del Vaticano- exige coraje y espíritu de sacrificio, el rechazo de cualquier compromiso con el mal y la disposición de pagar personalmente, incluso con la muerte, la fidelidad a Dios y a sus mandamientos".
Lo siento por Santa María Goretti. Por más que la cite el Papa, su ejemplo es tan triste como esa bandada de eminencias que sobrevuela el mundo a la caza y captura del pecado.